Columna #232 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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En 2017, Greta Gerwig debutó como guionista y directora de Lady Bird, una historia que nos lleva a inicios de los años 2000, donde una chica rebelde desea una mejor vida (desde su perspectiva) a la que vive en su pueblo. Ahí somos testigos de una chica a la que el crecimiento la hace entender muchas cosas que le decía su mamá y lo especial que era su lugar natal.
Más tarde, en 2019, Gerwig nos trajo una nueva adaptación de la novela clásica Mujercitas. Esta vez viajamos hasta la segunda mitad del siglo XIX, donde conocemos a cuatro hermanas muy distintas. La protagonista es una mujer adelantada para su época, que desea escribir, ser independiente y los sueños románticos no le interesan.
Ahora, la directora nos sorprende con su tercer largometraje, Barbie, dando cuenta de nuevo de su compromiso para hablar sobre el papel de la mujer en la historia, sus problemáticas y sus visiones. Sin duda, Gerwig sabe entender a las mujeres. Pareciera ilógico cuando ella precisamente pertenece al género, pero es que la nominada al Óscar sabe relatarlo con una maestría impresionante.
A forma de homenaje a 2001: Odisea en el espacio, Barbie abre hablando del papel que la mujer ha tenido, reservada generalmente a la labor de la maternidad y el trabajo en casa. Pronto conocemos a Barbie (Margot Robbie), quien vive en Barbieland. Todos sus días son prácticos e idénticos, conviviendo con otras Barbies profesionales y cerrando cada noche con una fiesta de ensueño en su casa.
Su mundo perfecto se diluye cuando dicha Barbie empieza a experimentar cambios físicos, pero también preguntas existenciales ocupan su mente. “¿Alguna vez piensan en la muerte?”, dice el personaje. Sin ahondar en más detalles, la muñeca termina viajando al mundo real en busca de respuestas, para tratar de “componerse” y descubrir su propósito.
Barbie es un tratado feminista que aborda temas como la forma en que se han impuesto el juego de roles en la sociedad. Pero su narrativa no se detiene ahí, ni se limita a contar una historia solo para mujeres, sino para todos. A través de casi dos horas sabe equilibrar la sátira, con chistes para reír a carcajadas; y lo emocional y emotivo, con momentos que nos hablan sobre la forma de sobrellevar nuestros sentimientos, en la que la tristeza incluso a veces se siente bien. Nos habla de eso que nos da simple y sencillamente humanidad.
Gerwig junto a su esposo y aquí colega, Noah Baumbach (Historia de un matrimonio), encuentran la perfecta habilidad en el guion para estructurar y entretejer un guion ingenioso, pícaro, divertido, revelador y finalmente conmovedor. Además es sumamente crítica y muy referencial.
Mención aparte merecen Margot Robbie como la Barbie protagonista, que llena de elegancia cada escena y que nació para el personaje; America Ferrara, que se luce con el mejor discurso de la cinta sobre los enigmas y contradicciones de ser mujer, y Ryan Gosling como Ken, que está absolutamente perfecto en cada escena, y quien en su propio camino por saber su propósito termina enamorando a todos.
La puesta en escena no puede ser más luminosa, y no lo digo por sus colores brillantes, sino por su energía contagiosa y capaz de sacar una sonrisa. El equipo de gente oscarizada en diseño de producción y de vestuario, mezclado con un soundtrack bañado de música pop hacen un match vibrante.
En definitiva, parte de la grandeza de esta película es que Gerwig y Baumbach no decidieron hacer una película a partir de Barbie, sino que la muñeca, la razón de su creación y lo que pudo o no aportar fueron el hilo conductor ideal para hablar sobre la sociedad de hoy y la forma en que nos hemos construido. Así, Barbie queda como uno de los triunfos de este verano y seguramente lo será de este año.
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