Frente a la pantalla: Crítica a ‘El legado del diablo’ (Hereditary)

Frente a la pantalla por Richard Osuna

Hace unos días, se estrenó la película de terror Hereditary, que en español recibió el título de El legado del diablo, y no hay otro adjetivo más perfecto que adjudicarle que no sea perturbadora.

A forma de sinopsis, la trama sigue a los Graham, una familia que empieza a vivir raras experiencias a partir de la muerte de la abuela y matriarca de la familia, quien deja a su hija Annie en herencia su casa. Annie Graham (Toni Collette) es una galerista casada y con dos hijos, una niña de nombre Charlie (Milly Shapiro) y un adolescente de nombre Peter (Alex Golffe), quienes padecen de forma más significativa la aparición de figuras y a los que les ocurren situaciones extrañas.

Esta pequeña sinopsis representa solo el punto de partida de esta historia que tiene mucho que contar y muchos lugares por los cuales transitar; una historia de la que poco puede hablarse para no arruinar las sorpresas, ni la experiencia. Es una cinta más inmersa en un terror estridente que aquel terror común de sustos en pantalla (o intentos de este).

En pocas palabras, El legado del diablo es una de las mejores películas de terror que se han presentado este 2018 y es un aporte total al género de terror que se ha estado rescatando en los últimos años con propuestas por demás interesantes, tales como The Babadook y La Bruja. ¡Es absorbente!, ¡es inquietante!, ¡es delirante!

La historia parte desde el ambiente tenso y lúgubre de la familia Graham, y poco a poco va creciendo hasta convertirse en una terrible pesadilla para los personajes, llevando al espectador a presenciar una experiencia verdaderamente traumática difícil de escapar.

Esta es la ópera prima que marca el debut del director Ari Aster, quien hasta ahora se había encargado de trabajar solamente en cortometrajes. Aster entrega un producto mucho más artístico que un producto convencional, y crea una atmósfera estremecedora gracias al estupendo trabajo escénico.

Hay una gran labor de fotografía, en el manejo de cámaras, de edición y un manejo maestro de la música y el sonido, con momentos de expectativa totalmente en silencio y un suspenso elevado solo a la tensión visual.

El reparto de actores entregan escenas sorprendentes, gracias a las sólidas actuaciones: Toni Collette como una madre atormentada (y por momentos desquiciada), Gabriel Byrne como un padre bastante ajeno y pacífico, Alex Golffe como un joven aterrorizado y Milly Shapiro como una niña llena de misterio. En todo momento son capaces de transmitir emociones y en las escenas que requieren intensidad son capaces de provocar impacto.

Hay una brutalidad tan marcada en la historia, y en las emociones de los personajes, en sus propios traumas, en los eventos a los que están expuestos y en el enfrentamiento familiar, que terminan provocando lágrimas de horror, una sensación de vacío o al menos una extrañeza que eriza la piel.

La última media hora de la película es esencial, un clímax lleno de tensión donde parece que la locura no va a disminuir en ningún momento.

En definitiva, Hereditary es un tremendo trabajo del cine de terror actual que no se debe dejar pasar desapercibido: verla es una fuerte experiencia por su carácter macabro, difícil de explicar con palabras, pero también difícil de olvidar por las imágenes tan siniestras que llegan a presentarse.

Para los amantes del género de terror que acostumbran a recibir sustos de forma premeditada esta cinta podría resultar una decepción, pero para todo el demás público tan expectante de historias que suponen horror en diversas circunstancias esta película ha de resultarles desconcertante. Hereditary es un pase al infierno.

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