Columna #233 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
Instagram: @beepbeeprichiemx | X: @beepbeeprichieX
En 2019, el nombre de la escritora Casey McQuiston apareció en las listas del New York Times, pues su novela romántica y queer Rojo, blanco y sangre azul se convirtió en uno de los libros más vendidos en su año. Ahora, cuatro años después, el dramaturgo Matthew López, en su debut como director de cine, es el encargado de traer a la vida dicha historia, con una adaptación para Prime Video.
La historia sigue a Alex Claremont-Díaz (Taylor Zakhar Pérez), el carismático y atractivo hijo de la presidenta de Estados Unidos, quien no soporta al príncipe Henry (Nicholas Galatzine), de Reino Unido. Cuando el chico estadounidense de ascendencia mexicana acude a la boda de Philip, el hermano de Henry, se produce un bochornoso accidente que pone la mirada de la prensa sobre ambos.
Este escándalo hace que Alex sea obligado a iniciar una relación amistosa y diplomática con Henry, pues de lo contrario podría provocar una rivalidad entre ambos países, además de poner en peligro la futura reelección de su madre Ellen Claremont (Uma Thurman). Pero Alex no tarda en descubrir que tiene una percepción muy diferente del joven británico a quien es en realidad, y el amor no tarda en aparecer entre ambos.
Si bien la película nos regala varios momentos mágicos gracias a la complicidad y química en pantalla entre Taylor Zakhar Pérez y Nicholas Galatzine, quienes son los actores perfectos para este par de personajes, el resto de la cinta tiene varios problemas que van desde lo visual hasta lo narrativo.
Rojo, blanco y sangre azul arranca con un ritmo atropellado, casi sin contexto, donde el paso de “enemies to lovers” entre Alex y Henry ocurre demasiado rápido, sin matices y las razones por las cuales existe un rechazo de parte del estadounidense hacia el británico son casi inexistentes.
Llevar un libro a la pantalla es todo un trabajo y es que hay que analizar qué detalles se trasladarán a lo audiovisual para contar lo propio. En este caso, se decidió omitir a muchos personajes del texto literario, como June, la hermana de Alex; o el congresista latino Rafael Luna. Si bien es cierto que una adaptación no será igual a lo literario y en este caso, los fans de la película no echarán de menos a dichos personajes, la realidad es que la cinta no solo falla como adaptación, sino a sí misma dejando muchos vacíos y secuencias inconectas.
La atención en la película se centra en los protagonistas, dejando casi como un adorno al resto del reparto, excepto a Uma Thurman, quien tiene una bonita escena al lado de su hijo en la ficción, y Stephen Fry como el rey de Reino Unido, que podrían aportar incluso un poco de nivel a esta comedia romántica.
Visualmente es muy notorio el bajo presupuesto, resaltando en repetidas ocasiones un estilo de telefilm de Hallmark y unos cromas verdaderamente penosos. Los errores de edición y los cortes abruptos, sobre todo en la primera parte, también entorpecen la película. Teniendo un éxito literario en las manos, probablemente debió merecer un poco más. Sin embargo, luego se interponen bonitas escenas, que a pesar de esas carencias trata de salir adelante, y lo logra mayormente por sus protagonistas.
Nicholas Galatzine entiende perfectamente la melancolía envolvente de su personaje, y en todo momento transmite ese dolor de sentirse en la prisión cuadrada de la monarquía, siendo el papel de Taylor Zakhar Pérez quien es capaz de darle la felicidad. Dicho actor también enamora con su aire encantador.
A pesar de que el erotismo es suavizado con respecto a la novela, los besos y la tensión sexual tan convincente entre la pareja es capaz de sacar chispas en pantalla, ignorando muchas veces aquello que no nos dan, pues lo que vemos entre ellos es suficiente. Eso incluye una bella escena de primera vez.
La pregunta final es si hubiera sido mejor adaptar esto a una miniserie. Tal vez sus resultados se hubieran acercado a los de Heartstopper. En definitiva, lo que sí hay que celebrar es el crecimiento de las comedias románticas con personajes del mismo sexo y que los estudios comerciales o plataformas apuesten por ello. Todos merecemos suspirar por un buen amor.
Rojo, blanco y sangre azul tiene sus fallas, sí, pero la realidad es que también se vuelve disfrutable por las razones ya dichas y que no es necesario repetir. Es una comedia sensual, con un soundtrack fresco y con muchos toques de cultura pop.
Dejar una contestacion