Frente a la pantalla: Crítica a ‘Ted Bundy: Durmiendo con el asesino’

Columna #77 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Qué decepción con la nueva película Ted Bundy: durmiendo con el asesino, una historia que sigue a uno de los asesinos más famosos de los años 70. El problema no es que está mal hecha o que no esté bien documentada, lo cual no sucede, el problema es que se escogió el lado equivocado para contar la película, dejando fuera todo relato que pudo ser estremecedora.

La cinta es dirigida por Joe Berlinger, un director cuya carrera está más enfocada en los documentales y quien por cierto, hace unos meses, fungió como productor ejecutivo de Conversaciones con un asesino: Las cintas de Ted Bundy, serie documental de cuatro capítulos en Netflix, que también narra la historia de este asesino en serie y que por cierto tiene mejores resultados.

La película sigue a Ted Bundy (Zac Efron), un hombre encantador y simpático que es investigado por ser sospechoso de haber asesinado a varias mujeres en distintos condados. Pero más allá de centrarnos directamente en la mente de Ted, la historia se centra en la perspectiva de su novia Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), una madre soltera que sufre por todo el difícil proceso legal que enfrenta el hombre del que está enamorada.

La historia de Ted Bundy es escalofriante e impactante, pues detrás de una personalidad tan atractiva se escondía alguien que siempre deseó llegar lejos y obtener un poco de reconocimiento, basta con ver el sensacional documental de cuatro capítulos de Netflix para conocer más a detalle esta historia. Lamentablemente, la película está demasiado enclaustrada en el proceso legal de Bundy y en el enfrentamiento de Elizabeth con la situación, reduciendo la trama a una anécdota de tribunales para el asesino y de choques emocionales para su pareja.

Incluso en esta línea, resulta más acertado el título en español Ted Bundy: durmiendo con el asesino que el engañoso título original Extremely wicked, shocking evil and vile, algo así como Extremadamente malvado, impactantemente malo y vil. Tampoco es que fuera necesario ver a detalle los crímenes cometidos por Bundy para que este título (recogido de palabras adjudicadas por el juez hacia el asesino) tuviera sentido, si no que hizo falta enfocarse más en Bundy y en su modus operandi para asesinar.

No cabe duda que la carrera de Zac Efron toma un empuje muy diferente con esta cinta y hace su mejor esfuerzo por lograrlo. Sus protagónicos en la trilogía musical de Disney High school musical seguramente lo perseguirán toda la vida y será muy difícil deslindarse de ellos. Aquí lo vemos en una faceta mucho más centrada que las comedias que protagonizó e incluso en un personaje más fuerte que el hecho en El gran showman, sin embargo la construcción del personaje no está completa, aunque la culpa no es de él si no de problemas de origen en el guion. Efron posee encanto para dar vida a Bundy, una característica muy definida del asesino y que hacía dudar a la gente de su culpabilidad.

De igual forma, Lily Collins trata de dar lo mejor de sí misma, aunque su personaje es bastante corto para ahondarlo de una forma tan profunda, terminando por dar vida a un personaje bastante vacío, más no mal interpretado. En el resto del elenco también se encuentran enorme figuras como John Malkovich [Birdbox], Jim Parsons [The big bang theory] y Angela Sarafyan [Westworld], todos ellos dando vida a personajes que simplemente están ahí, tienen su importancia, pero que no logran destacar.

Narrativamente, también se eligió hacer unos saltos temporales, quizá para hacer más atractiva la trama, tal como sucede en el documental de Ted Bundy, sin embargo aquí llegan a sentir hasta confusas. Ni Zac Efron y muy superficialmente Lily Collins tienen cambios físicos a través de los años, destacando su misma jovialidad en un periodo de casi 15 años.

En definitiva Ted Bundy: durmiendo con el asesino se queda a medias. Luego de terminar la película, el público fácilmente podría permanecer con una sensación de que algo o mucho hizo falta. Quizá la fortaleza más grande de la cinta son los videos reales intercalados en medio de la ficción, aportando una labor casi periodística e interesante. De igual forma en los últimos 25 o 30 minutos es donde encontramos algunas de las escenas más enganchadoras.


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