Frente a la pantalla: Crítica a ‘Westworld’ segunda temporada

Frente a la pantalla por Richard Osuna

El Domingo pasado regresó una de las series más novedosas de los últimos años: Westworld con su segunda temporada, a través del canal HBO.

La serie es una historia creada por Jonathan Nolan (Interstellar) y Lisa Joy (Burn notice), y producida por J.J. Abrams (Lost), un excelente equipo que gracias al respaldo de sus trabajos en cine y televisión nos generan de entrada una gran expectativa.

Para todos aquellos que aún no conocen esta producción, a forma de resumen, la historia se desarrolla en el futuro y nos adentramos a un parque temático conocido como Westworld, el cual ofrece a sus visitantes la oportunidad de experimentar el Salvaje Oeste, ocupado por androides conocidos como anfitriones.

Estos androides son iguales a los humanos y poseen una programación avanzada, donde cada uno de ellos tienen definidas un conjunto de narrativas que se entrelazan, con la capacidad de desviarse de estas narrativas cuando los visitantes interactúan con ellos. Los anfitriones repiten sus narrativas todos los días y no pueden dañar ninguna otra forma de vida lo que dota de libertad a los visitantes. Mientras tanto, el personal del parque supervisa, desarrolla nuevas narrativas y repara a los anfitriones según sea necesario.

Todo parece sostenerse en el parque, ¿pero qué sucede cuando las cosas se salen de control y provocan un caos que no se preveía?. Es a partir de esa pregunta cuando las problemáticas empiezan a desarrollarse entre todos los personajes de la serie.

En su primera temporada, la serie fue inquietante y llena de intriga. En su segunda temporada la serie viene recargada con más dosis de estos elementos, pero también añadiendo más acción, y según vemos en su primer episodio, más sangre.

La historia es compleja, envuelta de cuestionamientos filosóficos sobre la vida y sobre todo aquello que dota de humanidad la existencia del ser. Se cuestiona desde nuestra creación hasta los distintos caminos que tomamos y hacia dónde nos dirigimos como individuos.

Sus diálogos son poderosos, cautivantes, escritos con palabras precisas, fuertes.

En esta segunda entrega, la historia ha evolucionado, presentando nuevos conflictos que hacen crecer a sus personajes, que permiten ahondar en nuevos lugares y que emigran los conflictos hacia otras dimensiones problemáticas.

La trama, nuevamente, utiliza unos saltos en el tiempo que complican la comprensión de su historia de una forma tan rápida y fácil, obligando a dar vueltas una y otra vez a todo lo ves, a todo lo que escuchas, buscando establecer conexiones que den respuestas a tantas incógnitas.

Los personajes femeninos, en especial las protagonistas Dolores (Evan Rachel Good) y Maeve (Thandie Newton) son una representación extraordinaria de una mujer valiente y luchadora, y las actrices que las personifican hacen un trabajo estupendo, imposible de pasar desapercibido.

Alguna parte del público ha nombrado esta serie como sucesora de la también aclamada Game of thrones, pero Westworld no es una sucesora, sino un digno lanzamiento para representar al canal HBO en ausencia de otros productos. Westworld es una serie que se sostiene por sus propios méritos y capaz de acaparar su propio público.

Westworld es impactante, majestuosa, una serie que seguro sumará cada vez más y más público, porque un producto de tal calidad es digno de atención. Con una producción tan cuidada y un guión tan comprometido la serie merece ser elogiada con aplausos.

Si aún no han visto la serie, aún tienen oportunidad de ponerse al corriente con su primera temporada y disfrutar de esta segunda entrega de 10 episodios, que estrena un episodio nuevo cada Domingo. Esta serie es casi un producto obligado para todos aquellos que buscan historias de calidad.

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