Columna #170 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Luego de casi dos años de ausencia, la serie Bonding regresa con una segunda temporada a Netflix, añadiendo un capítulo más respecto a su primera parte, y además con episodios un poco más extensos. Aunque sigue haciendo eco de la comedia, género que no podía abandonar del todo, esta continuación resulta más emocional y nos coloca en una posición distinta respecto a su antecesora.
Para quienes aún, lamentablemente, no conocen la primera temporada, la historia sigue a Tiff (Zoe Levin), una chica dominatrix que recluta a su mejor amigo gay Pete (Brendan Scannell) para ser su asistente. Ella es una estudiante de psicología, mientras que él aspira a ser un comediante de stand up, pero el mundo del BDSM sirve a los dos para seguir con su vida y solventar sus gastos.
Sin embargo, un hecho lamentable con un cliente al final de la primera temporada destroza la reputación de ambos y ahora Tiff piensa en recurrir a su antigua mentora Mistress Mira (Nana Mensah) para resurgir su carrera en este mundo. A partir de ello, Tiff tendrá que analizar qué tanta es su fascinación por esto, a la par que maneja sus problemas de pareja con Doug (Micah Stock); por su lado, Pete tendrá que lidiar con que la familia de su novio Josh (Theo Stockman) no saben que este es gay, y también deberá repensar qué es lo que quiere para su carrera como comediante.
Mientras que la primera temporada de Bonding se lanzaba directo a hablar del sexo y los fetiches, buscando dar una mirada abierta para conocerlo, estos nuevos episodios nos remontan un poco al origen de la dominación y la sumisión, el bondage y la disciplina para comprenderlo. A la par el desarrollo de sus protagonistas también se vuelve más reflexivo.
El inicio de esta segunda temporada se siente un poco desconectado del mundo de las dominatrices y puede entenderse que los protagonistas están en medio de una crisis para retornar a este mundo, pero también queda claro que en esta continuación se prioriza los sentimientos de Tiff y Pete, incluyendo sus problemas personales.
Tiff sigue con su resistencia amorosa en cuanto a la relación con Doug, a la que prefiere tildar con una amistad con derechos, pero el retorno de un antiguo amor de Doug hacen que los inevitables celos se hagan presentes. Por su lado, la aparente relación sólida de Pete con Josh no es lo que esperábamos y la imposibilidad de Josh para confesar su homosexualidad no traerán más que problemas.
No sé si esta segunda temporada de Bonding sea mejor que la primera, pero se siente un tanto diferente y hay que reconocer que el desarrollo de los personajes sí es más mayor. Si bien el tono de la comedia no deja de estar presente, también hay momentos más dramáticos y eso nos instala en un trayecto cambiado.
Algo bueno para mantener el cariño por la serie es que siguen sucediendo momentos muy tontos e irrisorios, y eso incluye el regreso de algunos personajes como Fred (Charles Gould), el amante de la humillación; Chelsea (Amy Bettina) y su dificultad para relacionarse con su cuerpo; o Joe (Matthew Risch) y su excitación por los pingüinos.
En definitiva, Bonding 2 no se queda con más de lo mismo y se atreve a experimentar con las emociones de sus personajes. Por más cómico que sea el retratar el mundo del BDSM, todos los involucrados en complacer nuestros deseos e instintos también tienen luchas personales que sobrellevar. Y claro, el mundo de la mente también es importante, pues muchas veces lo que pueda verse como deseos bajos no son más que sentimientos reprimidos y que nunca nos atrevemos a revelar.
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