Caleidoscopio: ‘La casa del dragón’, temporada 1: el retorno del fenómeno televisivo

Hay diferencias contundentes con 'Game of thrones' que la llevan a explorar otros terrenos narrativos y audiovisuales.

Columna #49 | Caleidoscopio por Miguel Parpadeos
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Es imposible hablar hoy en día de series de televisión sin mencionar Game of Thrones, producción de HBO que fue estrenada en 2011. No solo se convirtió en todo un fenómeno cultural a nivel internacional, sino que cambió a la fantasía épica (un género considerado para ñoños) en un contenido de prestigio para el público en general. La crueldad del reino de Westeros se volvió cautivante gracias a su sangrienta pugna por el trono. Las traiciones estaban a la orden del día, los héroes perecían a pesar de sus bondades y amenazas sobrenaturales invadían sigilosamente. La temporada 8 y última, por desgracia, se convirtió en el acabose y destruyó por completo el cariño que la audiencia tenía con el programa.

No obstante, en los últimos años, muchas empresas de entretenimiento han seguido explotando sus franquicias más exitosas e, incluso, han creado universos expandidos. Como Game of Thrones fue una de las más redituables que tuvo la compañía Warner, era inevitable el regreso a Westeros a pesar de su desastroso final. Luego de barajear varias premisas, el proyecto elegido fue uno que se centraría en la dinastía Targaryen, aquella familia a la que pertenecía la joven Daenerys y cuyo poder se mantuvo a lo largo de generaciones gracias a que poseían dragones.

Este 2022 se estrenó en HBO y HBO Max la primera temporada de La casa del dragón (House of the Dragon), la cual adapta una guerra en ese mundo conocida como “La danza de los dragones” y que es relatada en la novela Fuego y sangre de George R. R. Martin. Situada 200 años antes de los eventos en Game of Thrones, la historia nos sitúa en la época de esplendor de la dinastía Targaryen, el cual se ve amenazado por la sucesión al trono. El rey Viserys (Paddy Considine) debe decidir si nombra a su única hija, la princesa Rhaenyra (Emma D’arcy), como su heredera, ceder la corona a su hermano Daemon (Matt Smith) o intentar en tener un hijo varón.

La decisión final que toma es nombrar a la princesa Rhaenyra como la única heredera del legado Targaryen frente a los líderes de todas las principales casas. Sin embargo, el rey Viserys contrae nupcias con la joven Alicent Hightower (Olivia Cooke) luego del fallecimiento de la reina. Esto vuelve a complicar la sucesión, ya que el primogénito de este nuevo matrimonio es un varón, quien, a los ojos de la corte, es un mejor prospecto para gobernar que una mujer.

Hay diferencias contundentes con Game of Thrones que la llevan a explorar otros terrenos narrativos y audiovisuales. En lugar de tener varios personajes dispersos en diferentes reinos, donde cada uno tenía sus propias aventuras, en La casa del dragón todo se centra en la ciudad capital. Los personajes son los miembros de una misma casa, así que los principales conflictos son meramente familiares. Este enfoque provoca que una gran mayoría de los episodios de esta primera temporada se inclinen más hacia el melodrama. Por si fuera poco, esto resalta aún más cuando se da espacio al romance, algo que la serie original pocas veces exploró de manera tan detenida, ya que en esta nueva se convierte en una parte crucial para el desarrollo de los personajes.

La producción de Game of Thrones tuvo en sus ocho temporadas una participación casi nula de mujeres en la parte de dirección y de guionismo. Para La casa del dragón colaboraron más, entre la que destaca la dirección de Clare Kilner para los episodios cuatro y cinco, donde ocurren momentos claves de la juventud de Rhaenyra y Alicent en cuanto a su relación de amistad, su sexualidad y crear alianzas en la corte. De igual manera destaca el episodio 8 escrito por Eilen Shim, en el cual se relata la decadencia del rey Viserys y las fricciones entre los miembros de la familia Targaryen. La mirada femenina en esta serie va más allá de una cuota de género. Esta se vuelve en una necesidad para contar esta historia, debido a que, al final, son Rhaenyra y Alicent, los principales personajes, quienes llevan las riendas de la serie.

Uno de los defectos que tiene La casa del dragón es su apresurado ritmo en el que avanza la historia. Tan solo en la primera temporada vemos al personaje de Rhaenyra desde que es una adolescente hasta que es una mujer y madre de múltiples hijos. La primera temporada abarca un periodo donde transcurren demasiados eventos y tantas interacciones, que muchas tramas o personajes desaparecen de un episodio a otro y el público se queda con ganas de haber sabido más al respecto.

Algunos personajes cambian de actores para reflejar el paso del tiempo (de ahí que el público se haya enamorado de Milly Alcock por su interpretación de una Rhaenyra adolescente), pero hay otros que no y ni se molestan en cambiar su caracterización (como el caso de Ser Criston Cole). Al final, el objetivo de esta primera parte de la historia es clara: introducir a todos los jugadores del conflicto y dar inicio a “La danza de los dragones”. Sin embargo, en su intento, perdieron la oportunidad de desarrollar muchas más cosas que hubieran enriquecido todavía más la serie.

Ver la primera temporada de La casa del dragón es regresar a Game of Thrones cuando estaba en la cima, donde tenía guiones bien escritos, excelentes actuaciones, dragones y situaciones inesperadas. Aunque el enfoque de esta historia está en una sola casa de Westeros, al final el conflicto sigue siendo el mismo: la pugna por el poder. La segunda temporada fue confirmada días después del estreno del primer episodio, aunque tardará en llegar ya que las grabaciones inician hasta 2023. Quedará ser pacientes y esperar a que esta nueva producción no vuelva a meter la pata en esta segunda oportunidad que se ha ganado la franquicia.

Tráiler de la primera temporada de ‘La casa del dragón’.

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