Columna #11 | Caleidoscopio por Miguel Parpadeos
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El cine de horror indie ofreció grandes propuestas en la década pasada, desde cintas como Está detrás de ti (2015) y La bruja (2015), hasta The Babadook (2014) y Midsommar (2019). La gran mayoría explora terribles situaciones de la vida humana desde lo psicológico y fantástico, en lugar de presentar una historia cuyo propósito sea únicamente provocar que el espectador esté saltando de su asiento. Una de las más recientes propuestas de este tipo de horror proviene de la película Relic: Herencia maldita, primer largometraje de la directora Natalie Erika James.
La historia empieza con la desaparición de Edna (Robyn Nevin), una anciana que vive en soledad. Tras recibir la noticia, su hija Kay (Emily Mortimer) y su nieta Sam (Bella Heathcote) acuden a la casa para descubrir qué ha pasado. A los días de su estancia, Edna aparece sana y salva, como si no hubiera pasado nada. La preocupación del deterioro mental de la abuela se convierte en una preocupación para Kay y Sam, quienes deben tomar una decisión para saber cómo cuidar de ella. Sin embargo, Edna se comporta de manera agresiva y misteriosa, y en la casa empiezan a escucharse extraños ruidos en la noche.
Escrito por la propia James y Christian White, el hilo conductor del guion son las tres mujeres en diferentes etapas de la vida que se enfrentan hacia las consecuencias de la vejez. El personaje de Edna padece de demencia senil, cuya sombra afecta las relaciones familiares y cuya memoria comienza a empeorar. Los momentos de poca lucidez se mezclan con lo paranormal, lo cual vuelve más inquietante la situación que atraviesa el personaje. Por si fuera poco, tanto Kay y Sam se enfrentan al reto de los cuidados bajo estas circunstancias y la demanda emocional que conlleva presenciar la decadencia de un ser querido.
De una forma brillante, el deterioro mental de la abuela está reflejado en la casa, donde empiezan a ocurrir sucesos raros, las paredes están teñidas por manchas negras y detrás de los muros se oculta un laberíntico secreto. El trabajo de cámara de James genera una atmósfera de desconcierto, al mismo tiempo que, conforme avanza la película, haya una sensación de caos del espacio del hogar que coindice con el estado mental de Edna.
El deterioro del cuerpo es una de las grandes consecuencias que van de la mano con la pérdida de la juventud y, por ello, la constante lucha por evitarlo a toda costa. El problema es cuando se convierte en algo inevitable y las transformaciones llevan consigo la pérdida de la identidad. Este es el temor que la película busca trabajar y que lo consigue con escenas que retratan lo crudo de esta situación a través de una siniestra amenaza.
Más allá de los elementos sobrenaturales, Relic: Herencia maldita se convierte en un drama familiar que intenta llevar a los personajes a explorar lo inevitable de la vejez y aceptarla en sus peores consecuencias. Uno de los mejores momentos ocurre hacia el final, donde la directora convierte el horror en algo bello, repleto de imágenes de gran intimidad. Probablemente, el largometraje no se convierta en un referente del horror, pero nos presenta a una creadora con un prometedor futuro en este género.
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