Frente a la pantalla: Crítica a ‘Amor y monstruos’

Columna #179 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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La acción y la comedia se mezclan en la nueva película Amor y monstruos, que ha llegado a Netflix esta semana, y donde el director novel Michael Matthews, de la mano del guionista Brian Duffiel (Insurgente, Underwater), nos promete un futuro interesante para su carrera. Y además a nosotros como espectadores nos regala un divertido espectáculo, que tanto puede encantar a los adolescentes, como aquellos adultos ávidos de cine fantástico como el que se hacía antes.  

La historia nos lleva hasta un mundo post-apocalíptico, donde los compuestos químicos de un cohete lanzado contra un asteroide provocan una mutación en los animales del planeta y han vuelto a estos en enormes criaturas y además crueles. Así, el 95% de la población humana ha sido extinguida, pero aquellos que han logrado sobrevivir se esconden en bunkers, donde han creado distintas comunidades. 

En una de esas comunidades vive Joel (Dylan O’Brien), un joven temeroso que se paraliza ante cualquier criatura, por lo que su comunidad, una en la que por cierto se han creado varias parejas y ya ha comenzado la reproducción, prefiere tenerlo como cocinero y no enfrentarlo a nada en el exterior. Pero luego de comunicarse por radio durante 7 años con su viejo amor Aimee (Jessica Henwick), Joel toma la decisión de atravesar varios kilómetros, con la intención de reencontrarse con la chica. Una decisión que incluso podría costarle la vida.

La comedia, la aventura y unas criaturas maravillosamente realizadas, tanto que la película consiguió una nominación a Mejores efectos visuales en los Óscar 2021, se complementan en esta cinta que deja un sabor a clásico, como el que pocas veces se hace hoy en día. Poseedora de un encanto propio, Amor y monstruos ofrece dos horas llenas de adrenalina, diversión y varias emociones más que el espectador debe de vivir.

Apoyado en una narración muchas veces en primera persona, y que recuerda al género de novela epistolar juvenil romántica por la dedicatoria de Joel a Aimee, el personaje de O’Brien nos lleva a un mundo ahora lo bastante verde y repleto de criaturas peligrosas. Y a pesar de que es poco tiempo el que protagonista pasa solo en escena, ya sea de esta forma o acompañado, su talento logra brillar.

Precisamente, como ya se decía en las líneas anteriores, en el camino hasta su reencuentro con su amada, Joel conoce a varios personajes, como la dupla de Clyde (Michael Rooker) y la pequeña Minnow (Ariana Greenblatt), un par que seguramente encantará a la mayoría de los espectadores por su simpatía. O qué decir de un astuto y tierno perro de nombre Boy, que se convierte en el compañero de muchas aventuras para Joel.

A pesar de su tono fresco y suelto, Amor y monstruos no deja de lado los momentos reflexivos, y a través de flashbacks la cinta nos cuenta detalles del pasado del personaje principal. Esas vivencias son las que han provocado miedo y han paralizado a Joel, y serán los mismos a partir de las cuales retomará valentía y fortaleza para salir adelante, dando también al guion un toque de optimismo.

En definitiva, Amor y monstruos es una película que si bien no aporta muchas novedades, su buen y complementado trabajo hacen de esta película un logro agradable. Una cinta llena de referencias, pero que se vale de su encanto propio para sobresalir con lucidez. Aunque hay que agradecer a Netflix por traernos esta historia hasta sus servicios, queda en nuestras mentes ese “hubiera”, en el que la película pasara por las salas de cine.

Tráiler oficial de ‘Amor y monstruos’

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