
Frente a la pantalla por Richard Osuna
Este Viernes, tuvo su debut la segunda temporada de la famosa serie de Netflix, 13 reasons why, que hizo tanto ruido en su primera temporada.
La historia gira en torno a Hanna Baker (Katherine Langford), una chica que después de una serie de acontecimientos que marcan su vida, decide suicidarse. Pero antes de morir, deja trece cassettes donde cuenta las trece razones por las cuales decidió tomar esa dura decisión, alterando la vida de todos los involucrados.
La serie en su primera temporada conmocionó al público por contar temas tan delicados como el suicidio, la violación, y otros tantos, en el mundo actual de los jóvenes. Son temas que pocos se atreven a tratar.
La respuesta fue inmediata, muchos jóvenes se identificaron con las historias de acoso que se cuentan y los padres no tardaron mucho en involucrarse. Al final, la serie terminó como un tremendo ejercicio de responsabilidad social para aplaudirse.
El poder de convocatoria por parte de Netflix, para señalar y denunciar aquellos casos de hostigación en la vida cotidiana y concientizar al público de ayudar a las personas afectadas por situaciones similares, fue increíble.
¿Pero qué sucedió? Netflix decidió continuar la serie con una segunda temporada de trece capítulos nuevos y la historia ha comenzado a marchitarse.
Si había cosas inconclusas y si existen elementos que pueden dar continuidad si eso buscaban, pero la segunda temporada está tan llena de baches que terminan entorpeciendo la historia. Querer exprimir la serie de tantos modos te deja con una experiencia de más cansancio que de impresión.
Si se buscaba hacer una continuación lo más ideal era evolucionar las culpas de los personajes y centrarse en dar justicia al caso de Hanna Baker. Pero de pronto, algunas situaciones se han vuelto tan dramáticas que resultan exageradas y difíciles de digerir, además de otras que son repetitivas y obstaculizan la trama.
Se dio una apertura tan extraña a algo como el misterio con la aparición de fotos y con aparentes secretos de los personajes, que en vez de provocar más emoción, es donde más se detecta la manera forzada de querer continuar con esta serie. Es una historia que por el tinte que maneja, son muchos más importantes los hechos que los juegos narrativos.
Hay personajes que efectivamente tienen mucho más que contarnos, pero hay otros que simplemente siguen inmersos en lo mismo, una y otra vez, como el protagonista que parece ser el ser más traumado e inútil de todos. Incluso al cual ahora se le aparece Hanna Baker, en cualquier momento y lugar, y tiene extensas conversaciones con el.
Algunos personajes secundarios resultan más interesantes por ver cómo padecen y cómo sobrellevan los problemas de los que resultaron afectados directamente, contrario al protagonista que sigue afectado por la muerte de Hanna, pero sin hacer mucho al respecto. Es delicado que el protagonista no sea capaz de liderar la historia.
En definitiva, la segunda temporada de 13 reasons why no es totalmente un desperdicio, pero tampoco ha quedado ni de cerca al nivel de su primera temporada. Se siente una voraz intención de continuar, pero las piezas no terminan por cuadrar del todo.
La serie se encuentra atrapada en un momento crítico: dar un pronto cierre que permita finalizar el guión de forma circular o seguir inventando mil cosas con peligro a perder el interés del público.
Se aplaude el compromiso social de Netflix para dar voz a todos los temas que se tratan en la serie y por dirigirla a los jóvenes, un grupo social tan abandonado por la industria del entretenimiento en los últimos años. Pero tampoco se puede descuidar la historia que corre el riesgo de desvirtuarse y estropear su mensaje también.
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