Frente a la pantalla: Crítica a ‘Alguien tiene que morir’

Columna #154| Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Luego de concluir la exitosa pero fallida tercera temporada de La casa de las flores, Manolo Caro regresa a Netflix con un proyecto prometedor y novedoso en su carrera, con signos varios para romper los moldes que lo habían distinguido. La miniserie de tres episodios Alguien tiene que morir saca al mexicano de su zona de confort y a los espectadores nos da una probada de las capacidades que demostró en varias de sus películas.

La historia nos lleva hasta la mitad de la década de 1950 a España, varios años después de concluída la Guerra Civil, pero aún bajo el régimen franquista cargado de conservadurismo, hipocresía y purismo. Es entonces cuando Gabino (Alejandro Speitzer) debe regresar de México a España, con su frágil madre Mina (Cecilia Suárez), su interesado y severo padre Gregorio (Ernesto Alterio) y su también fría y conservadora abuela Amparo (Carmen Maura).

Pero el regreso de Gabino no es por cualquier razón, su padre ha arreglado a conveniencia un matrimonio entre el joven y Cayetana (Ester Expósito), hija de un amigo del hombre de familia. Pero el regreso de Gabino no es sencillo, ni está exento de las habladurías de la gente: él llega acompañado de Lázaro (Isaac Hernández), un joven bailarín mexicano de ballet, sobre el que se desatan los cuestionamientos en si es homosexual y si es amante de Gabino. Pronto, los conflictos entretejidos, y alentados en gran medida por Cayetana y su hermano Alonso (Carlos Cuevas), con quien Gabino tuvo un pasado, llevan a una sola solución: Alguien tiene que morir.

Manolo Caro logra desprenderse de la comedia, el humor negro y los toques populares que han caracterizado su trabajo hasta ahora, para adentrarnos de lleno en un melodrama puro, sofisticado, apasionante y donde vuelve a explorar los temas que tanto le obsesionan como la sexualidad, los prejuicios y la represión. Un riesgo para reconocerse y aplaudirse en cuanto al cambio de tono.

Caro y los guionistas que lo acompañan logran insertarse en una época y un país donde los peligros estaban latentes para muchos y donde la mirada de la burguesía eran un duro juez, capaz de incluso cercenar o acabar con la vida de las personas. A pesar de lo lejano que parece aquella época al contabilizarlo en años, podemos percibir lo lamentable que resulta que aún en nuestros días siga existiendo tanta suspicacia sobre la sexualidad o en quienes forjan su camino en artes como la danza. 

A pesar de comenzar con un ritmo que pueda parecer lento o pausado, cada situación sucede en Alguien tiene que morir por alguna razón y las cosas van tomando tanta fuerza que el nudo, sin pensarlo, ya está frente a nosotros y sus consecuencias como una bomba de tiempo. Aunque la época es un marco fundamental para lo que se nos quiere contar, la construcción psicológica de cada personaje se alza como un poderoso protagonista. 

El autor incluye artes como la danza en su historia, pero la estética también tiene atisbos de otras corrientes como la pintura. A lo largo de los tres episodios vemos unos fotogramas preciosos y casi estáticos de cada uno de los personajes, como para enmarcar en una galería impresionista. También la estética, ocasionalmente, nos lleva a recordar la sombría de Alfred Hitchcock. 

Pero si de referentes hablamos, la fascinación del mexicano por Pedro Almodóvar se hace presente, nuevamente, sobre todo en una miembro del reparto: Carmen Maura, quien ofrece una actuación maravillosa en un personaje detestable. Pero igual de grandes que la actriz son las actuaciones del resto del elenco, tanto de aquellos con mayor trayectoria como Cecilia Suárez y Ernesto Alterio, como de los más jóvenes como Ester Expósito, Carlos Cuevas, quienes en sus respectivos trabajos que los lanzaron a la fama, Élite y Merlí daban garantía de su talento. Por su parte, Alejandro Speitzer logra un trabajo notable y sumamente superior al mal logrado protagónico en Oscuro deseo.

En definitiva, Alguien tiene que morir te mantendrá en suspenso hasta los últimos momentos del tercer y último capítulo. Aunque llega a sentirse que al final faltaron un par de minutos para dar un cierre con mayor fuerza y más redondo, el desarrollo, el trabajo artístico de diseño y las actuaciones no decepcionan en lo absoluto. Y sobre todo, Manolo Caro vuelve a potencializar su trabajo, dejando el gusto o el interés de que siga explorando nuevas posibilidades o géneros en sus próximos proyectos.

Alguien tiene que morir | Tráiler

Si Alguien tiene que morir… ¿Quién será y por qué? ? En Netflix el 16 de octubre.

Publicado por Netflix en Martes, 29 de septiembre de 2020
Tráiler de ‘Alguien tiene que morir’

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