
Columna #180 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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El sistema y la sociedad misma han mostrado más de una vez su peor cara en que es más fácil señalar y pedir “prudencia” a una mujer, que en tratar de enseñar valores a los hombres que no son capaces de medir las consecuencias de sus actos y cuán terribles pueden llegar a ser estos. Pero no hay mal que no cobre factura de una u otra forma, así sea a través de una Hermosa venganza. Promising young woman, título original de esta cinta nominada a cinco premios Óscar, incluyendo Mejor película, nos pone sobre la mesa el privilegio masculino, un tema que vale la pena discutir.
La historia sigue a Cassandra Thomas (Carey Mulligan), una aparente chica tranquila que de día trabaja en una cafetería, no tiene amigos, ni tampoco sale a citas. Un evento trágico en su juventud, mientras estudiaba medicina, fue lo que propició que Cassie dejara su futuro prometedor en la universidad y terminara aparentemente estancada a sus 30 años. Pero por las noches, ella lleva una vida diferente: sale a bares donde finge estar demasiado ebria y siempre hay algún hombre que intenta aprovecharse de su situación, no sabiendo que todo está premeditado y tiene un objetivo claro.
Pronto, Cassandra tiene un reencuentro con Ryan (Bo Burnham), un excompañero de medicina que la invita a salir y cambia su panorama de vida. Así, al lado de Ryan vive momentos que intentaba evitar. Pero cuando él saca a tema a los chicos de la universidad, sobre todo a Al Monroe (Chris Lowell), Cassie no puede evitar destapar las heridas del pasado y buscar justicia en aquellos que fueron los jueces y verdugos de su mejor amiga.
Hermosa venganza no es un tratado feminista (pues hay mujeres que enfrentan “la venganza” de su protagonista), sino un retrato necesario y audaz sobre todas esas veces que resulta más fácil, para la sociedad o el sistema, proteger y defender al victimario por encima de la víctima. Y solo aquellos que muestren arrepentimiento y un proceso de redención, serán quienes obtengan el perdón.
En su poderoso debut, la guionista y directora Emerald Fennell nos lleva en un sube y baja de emociones, destacados por sus cambios de tono, que se asemejan a la vida misma. Como ya lo han dicho varios escritores, las narrativas literarias o cinematográficas de hoy no tienen porque aferrarse a un solo tono, sobre si se trata de contar algo realista.
Si bien la historia se vuelve puntual, voraz y estremecedora a la hora de ser un drama o un thriller, tampoco deja escapar la oportunidad de valerse del humor negro y la cultura pop para ser narrada. Escuchamos en su potente soundtrack temas como Stars are blind, de Paris Hilton, o una versión exquisita y pegajosa en violín de Toxic, de Britney Spears. Además de contar una historia actual que nos compete reflexionar y dialogar, su apropiación de la cultura pop terminan por hacerla sentir nuestra, la convierten en un clásico joven de nuestra generación que necesita ser recomendado.
Pero no solo en su historia y dirección Promising young woman ofrece virtudes, sino también en su diseño estético que actúa en ocasiones como reflejo psicológico de los personajes. Tenemos una paleta de colores pasteles que parecen reflejar la calma de Cassandra en su vida durante el día; colores rojos que se muestran en varias situaciones de peligro; o el color azul tan propio de la aparente masculinidad.
Y en la cereza del pastel está Carey Mulligan ofreciendo una actuación brillante, donde su temple, cinismo y fuerza llega a resultar incómodo no solo para los personajes que lleguen a enfrentársele, sino también para el público. Y cuando es necesario, Mulligan es capaz de moldear sus actitudes, para dar vida a una chica que vive duras situaciones.
En definitiva, Promising young woman o Hermosa venganza es un potente relato que expone el privilegio masculino y el descaro que no solo ellos pueden mostrar como género, sino también como muchas mujeres son capaces de adherirse a ese sector podrido, en que no importa tratar y señalar a alguien como objeto o llevarlo a la destrucción. Pero al final, las consecuencias siempre terminan cobrando los saldos pendientes.
La cinta tiene un potencial tan firme que algunas situaciones, como un cuestionable baile de carácter muy paródico en una boda, son tan menores que no afectan el producto general. Con este intenso filme, Emerald Fennell afianza un futuro interesante como directora y guionista, de tal manera que el título original de esta historia podría servirle como presentación a su nueva faceta.
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