Frente a la pantalla por Richard Osuna
Hace un par de días, Netflix aventó al asador su nueva película titulada Cargo, una cinta que mezcla un poco de drama y suspenso, en un mundo post-apocalíptico lleno de zombies.
La película está basada en un popular cortometraje lanzado en 2013 y el cual tiene poco menos de siete minutos de duración, en cuanto a contenido. El director Ben Howling y la escritora Yolanda Ramke, quienes trabajaron en el cortometraje, también se encargaron de realizar la película.
A forma de sinopsis, la trama sigue a Andy (Martin Freeman), un hombre que busca a alguien que pueda cuidar a su hija Rosie, en ausencia de él. La razón para dejar a la bebé es que Andy ha sido infectado por su esposa (Susie Porter) y, por tanto, solo le quedan 48 horas hasta convertirse en un zombie más, en busca de carne.
Evidentemente, al pasar de un cortometraje a una película de más de una hora y media, debían incluirse muchas más situaciones para completar la historia, pero tratando de cuidar el mensaje central de la película.
De entrada, se reconoce el tremendo valor simbólico en el mensaje de la película, dirigido a los padres que luchan por sacar adelante a sus hijos y, sobre todo, alejarlos del peligro. Incluso, el hecho de que Andy llevé cargando sobre sus hombros a Rosie, se puede entender como un elemento metafórico. El mensaje central es totalmente humanizante, y hasta conmovedor, pero atípico dentro de las películas de zombies.
La puesta en juego de elementos tan inteligentes nos lleva a entender que la película lejos de ser una película más de zombies, es una propuesta comprometida por entregar un producto genuino.
Los zombies son un ingrediente extra que da forma a la trama y la historia no está infestada de momentos dramáticos en los cuales los personajes tengan que huir de estos seres. La historia está más enfocada en profundizar sobre los personajes aún humanos, principalmente en Andy y en una niña aborigen de nombre Thoomi. Un estilo cercano a la primera temporada de la serie The Walking dead.
Generalmente, las películas de zombies se desarrollan en grandes ciudades, sobre todo porque Hollywood domina este sub-género. Sin embargo, esta película australiana nos transporta a un escenario totalmente distinto: el desierto. No precisamente al desierto arenoso, pero si a uno de hierba seca y donde habitan los aborígenes. Si el panorama rodeado de zombies ya se torna difícil, el escenario a desafiar es otro factor que obstaculiza.
Cabe destacar que el trabajo de fotografía y las tomas aéreas en el desierto de Australia son algo estupendo, maravillosamente hecho y nos abre un panorama a la complejidad de estos espacios.
La película tiene propuesta, tiene una buena temática, tiene un buen concepto, y en general, una interesante historia que contar. Lamentablemente, el ritmo es tan lento que la cinta no emociona por completo y se pierde. Es una película para entretenerse en el momento y quizá para olvidar al día siguiente.
La cinta no es para nada mala y no te quedas con una sensación de haber perdido tu tiempo después de verla, pero tampoco se siente como suficiente y si deja una sensación de que algo hizo falta, y ese algo quizá es un poco más de intensidad.
Cargo, en definitiva, es una gran propuesta para entretenerse, pero que se queda corta en el camino para convertirse en un producto extraordinario. La falta de agilidad y la falta de fuerza son los elementos que terminan traicionando el producto final.
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