Columna #186 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Una persona no se hace malvada simplemente porque sí y su odio contra algo o alguien suele tener razones de peso. Esto es algo de lo que busca explorar Cruella, la nueva cinta live-action de Disney, basada en el mítico personaje de 101 dálmatas, y que a su vez tiene como antecedente la novela infantil homónima de Dodie Smith.
Esta cinta dirigida por Craig Gillespie, mayormente conocido por su trabajo en I, Tonya, se desprende un poco de la historia del famoso personaje, para retratar la difícil infancia y la juventud igualmente adversa de esta mujer, no para ablandar al personaje como ha ocurrido en otras historias de villanas, sino para justificar hasta cierto punto su accionar.
Así, la cinta arranca con una pequeña de nombre Estella (Tipper Seifert-Cleveland), una chica rebelde, pero muy inteligente y creativa, que sueña con convertirse en diseñadora de moda. Por ciertas circunstancias, ella y su madre, de bajos recursos, terminan mudándose a Londres, donde una fuerte tragedia sacude la vida de Estella.
La niña termina conociendo a Gasper y Horace, un par de niños ladrones con los cuales forma una familia. Años más tarde, los tres se han vuelto un trío de estafadores y rateros, aunque los sueños de Estella (ahora Emma Stone) siguen presentes. Gracias a Gasper, ella consigue un trabajo en una tienda de moda, lo que le llevará a conocer a La Baronesa (Emma Thompson), una aclamada figura del mundo de la moda y quien le ofrece su primera oportunidad a la joven. Pero La Baronesa no solo es despiadada en el campo para mantener su alta posición, sino que también esconde secretos que llevarán a Estella a convertirse en la fría y calculadora Cruella de Vil.
Cruella tiene una chispa singular y atípica de Disney, enmarcada en un estilo visual que incluye a veces cámara en mano y que se asemeja en esos instantes al cine de autor o al cine independiente, y apoyada también por un poderoso soundtrack de canciones de los años 60 y 70 que dotan de más energía y autenticidad a la historia.
A diferencia de 101 dálmatas, donde la pasión por la moda y el lujo de Cruella se manifiesta apenas en un par de escenas (sí, claro, muchos dirán que ella no era protagonista de aquella película y se enfocaban en los perros), esta nueva cinta sí nos introduce en ese mundo elegante y delicado, y nos muestran algunos vestuarios maravillosos, incluyendo varios que porta Emma Thompson. No sería de extrañarse que el trabajo del equipo de vestuario sea reconocido como ha ocurrido en otros live-actions como Maléfica, Cenicienta y La bella y la bestia.
La imponencia de Emma Thompson como líder y el crecimiento de Emma Stone bajo su mando, en ese escenario estilizado, no pasará desapercibido y habrá quienes la comparen con El diablo viste a la moda, pero tampoco hay mucho más que se preste a comparaciones empecinadas de algunas personas.
Tanto Emma Stone como Emma Thompson son un par de roba escenas y en ningún momento quedan opacadas ni por el sofisticado estilo de producción, ni por ningún otro elemento. Por el contrario, gran parte del potencial de Cruella recae sobre estas grandes actrices. Thompson no suelta su crueldad, y Stone comienza siendo una persona caótica y descompuesta físicamente, para convertirse finalmente en todo lo contrario, y su mirada es capaz de decir mucho.
En definitiva, mucho público se sentirá sorprendido de ver que Disney haya autorizado esta producción, que nos adentra en un panorama muy distinto al que hemos visto anteriormente en la casa del ratón y donde situaciones fuertes ocurren sin ser aligeradas.
Cruella tiene un montón de trabajo para mantener emocionado y divertido a los espectadores a lo largo de sus más de 2 horas, en una experiencia que vale mucho la pena disfrutar en una sala de cine y no reducirla a la comodidad del hogar (por aquello del lanzamiento simultáneo en Disney+). Aunque la segunda mitad parece trabarse un poco, no hay nada de qué preocuparse, porque el resto sabe componerlo.
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