Columna #99 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Luego de un retraso de dos años para su estreno, debido a la decisión de no competir contra Coco de Disney Pixar, película con la que compartía la alusión a la festividad del 2 de noviembre en México, este fin de semana llega Día de muertos. Esta película mexicana de animación se estuvo cocinando durante casi una década completa y trae consigo más aciertos que errores.
Esta cinta dirigida por Carlos Gutiérrez Medrano sigue a modo de prólogo a una pequeña Salma, quien desea conocer a sus padres y por ende su origen. Para ello, y con ayuda de sus familiares de adopción Jorge y Pedro, realizan un altar. Sin embargo, las cosas salen mal y su abuela Sara (Susana Ballesteros) les prohíbe volver a hacer un altar.
10 años después, los chicos han crecido y un día Salma (ya con la voz de Fernanda Castillo) se topa con un mercader que le regala un relicario, el cual ella asegura pertenece a su familia. Así, y nuevamente con ayuda de Jorge (voz de Alan Estrada) y Pedro (Memo Aponte), la adolescente hace un altar. Pero las cosas salen más extrañas de lo que pensaban y son llevados hasta al inframundo, lugar donde podrán averiguar sobre la familia de Salma y del cual también deben armar un plan para salir.
Día de muertos nos presenta una película de un estilo mexicano muy marcado y lleno de referencias a las tradiciones, el lenguaje, la arquitectura e incluso a la Época de Oro del Cine Mexicano. Desde los nombres de los personajes, Jorge y Pedro que nos recuerdan a Jorge Negrete y Pedro Infante, hasta el diseño de los personajes, como la abuela Sara, bastante idéntica a Sara García, esta cinta nos lleva a una historia con un estilo muy propio.
La película demuestra que la animación en México está cambiando y en proceso de evolución. Hay mucho cuidado en los detalles de diseño, como la vestidura de los personajes, incluyendo la de Salma con unas flores bordadas en el pecho; los suelos adoquinados de Santa Clara, un inframundo que arquitectónicamente emula a Guanajuato o las calles coloniales, y que incluso tiene un centro muy parecido a la fachada del Palacio de Bellas Artes. El único pero de la animación es el prólogo sobre el origen del Día de Muertos en Santa Clara, cuyo diseño un tanto pobre choca con lo demás.
Otro de los grandes aciertos es el doblaje de Fernanda Castillo, Alan Estrada y Memo Aponte, quienes dan carácter a sus personajes. Los tres son capaces de jugar con sus voces y lo más llamativo es que incluso se dan la libertad de improvisar, regalando buenos momentos, diálogos divertidos y tonos.
A lo largo de una hora y media, esta película nos presenta temáticas como la familia, la amistad, las tradiciones y el origen, teniendo buenos resultados. Sin embargo, aquí está uno de los principales peros. A veces la trama luce un poco atropellada, pero nada grave que afecte el desarrollo y que afecte mucho el gusto por ella en general.
De igual forma, el sonido, aunque bien trabajado, tiene algunos detalles que se pasaron por alto y pudieron lograr un ambiente más envolvente para adentrarnos de lleno. El soundtrack, por su parte, tampoco es una de las herramientas fuertes de la película, mostrando canciones que poco o nada despiertan en el espectador y fácilmente olvidables.
En definitiva, Día de muertos es una propuesta que debe ser apoyada por el público y no por el simple hecho de ser mexicana, sino por el producto completo ofrecido y que seguramente harán a muchos pasar un rato agradable. La película posee más aciertos que errores y eso la convierten en un producto generalmente bueno.
El estupendo doblaje, el gran imaginario de diseño, así como los cuidados y el colorido representativo de la festividad del 2 de noviembre hacen que esta producción dé la cara por la animación en México, demostrando que cada día se pueden dar más y mejores proyectos en ese género tan difícil de hacer en el país.
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