Columna #148 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
Instagram: @beepbeeprichiemx | FB: Richard Osuna presenta
El crimen y la miseria humana toman fuerza en la nueva película de Netflix El diablo a todas horas, una historia basada en la novela homónima de Donald Ray Pollock y dirigida por Antonio Campos, quien entre sus trabajos reconocidos se cuentan las primeras temporadas de la serie The sinner.
La historia, ambientada en un pequeño poblado de Ohio en los años 60, inicia cuando Willard Russell (Bill Skarsgård) regresa de la Segunda Guerra Mundial, cargando con los horrores de esta. A su paso hacia casa, el hombre termina enamorado de Charlotte (Haley Bennett), con quien poco después se une en matrimonio y tienen un hijo llamado Arvin (interpretado por Michael Banks Repeta en su etapa infantil).
La desgracia y la enfermedad se asoman cuando la familia recibe la noticia de que Charlotte padece cáncer avanzado y es muy difícil que sobreviva. A partir de ese momento, la perturbación mental de Willard se hace más evidente, quien cree que los sacrificios son la opción, y quien a la par intenta enseñar a Arvin que la violencia se responde con más violencia.
Pero la historia lejos de centrarse en una anécdota familiar se hace más grande con las líneas de otros personajes, que de alguno u otro, terminan asociados con un joven Arvin (Tom Holland) o con la familia Russell. Se entrelazan así por ejemplo la historia del policía corrupto Lee Bodecker (Sebastian Stan), su hermana Sandy (Riley Keough) y la pareja criminal de esta, Carl (Jason Clarke). También se incluyen a Helen Hatton (Mia Wasikowska), quien se enamora del predicador Roy Laferty (Harry Melling) y que tiene una hija llamada Lenora (interpretada de joven por Eliza Scanlen). Y no menos importante es la participación del corrupto predicador Preston Teagardin (Robert Pattinson).
El diablo a todas horas es una historia bordada por la tragedia y la maldad, y cuyo oscuro relato no deja que el espectador pierda el interés total en ella. Sin embargo, aunque la película muestra intenciones le falta firmeza para desarrollar más sus personajes, dejando en varias ocasiones con ganas de querer conocer más de ellos.
A esta película de 138 minutos, por más increíble que suene para muchos, le falta más tiempo para ahondar en varios perfiles. O incluso podría haber aspirado a ser una miniserie donde las reacciones silenciosas, las miradas y movimientos de cada uno de sus participantes dijera más. Aquí entra, por ejemplo, la historia de Sandy y Carl, que hubiera sido muy interesante seguir explorando y la cual se pudo explotar.
Si bien la cinta tiene fuertes escenas de violencia y lenguaje, tal como su clasificación y un texto lo marcan al inicio, varias situaciones se perciben suavizadas, mientras que otras se muestran con toda la crudeza que puedan significar.
De cualquier modo, la película cuenta con un magnífico reparto en la que todos muestran su capacidad histriónica. Pero quienes más resaltan, quizá por el nivel de protagonismo que tienen y de la que varios de sus compañeros carecen, son Bill Skarsgård, Tom Holland y Sebastian Stan. Holland, particularmente, da vida al personaje más redondo del filme, y quien si bien trae sobre sus hombros la oscura historia familiar, tiene la capacidad de cambiar el curso de las cosas. Por su parte, Skarsgård, quien ya nos había sorprendido como Pennywise en It, ofrece una actuación sólida como un hombre dañado.
En definitiva, podría considerarse a El diablo a todas horas como una película buena a secas, salvada por el magnífico reparto que participa en ella, así como a la historia de Donald Ray Pollock, quien además de ser el escritor de la novela original, también funge como narrador de la película. Bajo una estética que se percibe de pronto como un filme de los 90, se nos lleva de la mano hacia una trama donde por más fé y amor a Dios que predican sus personajes, la ausencia del bien se siente en todos lados y “a todas horas”.
Dejar una contestacion