Columna #129 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
Instagram: @beepbeeprichiemx | FB: Richard Osuna presenta
Tengo sentimientos encontrados sobre la tercera y última temporada de La casa de las flores, que Netflix acaba de estrenar. Y esos sentimientos son una mezcla de decepción, pues los primeros capítulos de la nueva temporada son tan malos y forzados como los de la segunda temporada, con una ligera pizca de satisfacción, ya que los últimos capítulos logran recuperar un poco la esencia de la primera que nos encantó a muchos. Y aún así, la trampa no deja de sentirse en esta continuación.
Como casi todos saben, la serie está creada por Manolo Caro, quien hasta antes de su éxito con La casa de las flores, que ha terminado por colarlo como figura internacional, había sido responsable de éxitos en cine como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas; Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando; y La vida inmoral de la pareja ideal.
La historia arranca como continuación de la segunda temporada: Paulina de la Mora (Cecilia Suárez) ingresa a prisión donde le toca compartir celda con una de las enemigas de su familia: Jenny (Mariana Treviño), líder de una secta que estuvo casada con su padre hasta que este la denunció por estafa; Elena (Aislinn Derbez) está en coma luego del accidente que sufre al final de la segunda y Julián (Darío Yazbek Bernal) por fin hace pública su relación con Diego (Juan Pablo Medina), aunque este ahora tiene dudas sobre la homosexualidad.
La casa de las flores 3 se concibe como una temporada tramposa, chantajista y calzada a la fuerza, donde los protagonistas diluidos piden a gritos desde hace tiempo que se cierren sus historias, porque ya no hay mucho por contar, y donde nos traen unos flashbacks a la juventud de Virginia de la Mora (interpretada por Isabel Burr), que si bien mantienen en marcha la historia, podrían funcionar mejor como una historia por sí sola.
Cecilia Suárez, Aislinn Derbez, Darío Yazbek Bernal y el elenco principal que los acompaña desde la primera temporada quedan relegados y aislados en los primeros capítulos, tanto que su aparición inicial se resume a escasas participaciones, y la mayoría de sus historias sin avanzar.
La relevancia para esos primeros capítulos recaen en unos flashbacks, que nos llevan hasta la juventud rebelde de Virginia de la Mora (Isabel Burr) y su relación amorosa con Salomón (Javier Jattin). Asimismo aparecen Ernesto (Tiago Correa), Carmelita (Ximena Sariñana), Patricio (Christian Chávez), uno de los mejores amigos de Virginia y del que nada se sabía; y Victoria Aguirre (Rebecca Jones), la despiadada madre de Virginia que hace todo por mantener las apariencias. Por su parte, el presente lo llenan un montón de personajes de relleno y participaciones especiales.
¿Por qué es tramposa y chantajista la tercera temporada? Manolo Caro se encargó de introducir, aunque por mínimo que sea, a figuras como James Andrew Leyva, mejor conocida como la drag queen Valentina, buscando satisfacer a su público LGBT; y además se ingenió las formas de calzar a la fuerza temáticas como las terapias de reconversión, aún cuando hacerlo y meterlo con el personaje que lo hace sea un atentado contra su perfil. Y qué decir de decenas de referencias a la cultura pop, películas, memes y hasta el famoso “Acompáñenme a ver esta triste historia, amigos”, de Mujer casos de la vida real.
Afortunadamente para Cecilia Suárez, y a diferencia de la segunda temporada donde tuvo que cargar con todo el peso de la serie y la salida de Verónica Castro, esta temporada tenemos otras grandes actuaciones, empezando por Isela Vega con su característica personalidad, Rebecca Jones como una gran villana, y hasta Ximena Sariñana que se defiende dando vida a una joven Carmela. Justamente todo el elenco que participaba en los flashbacks lo hace bien, y hasta el tono dramático que sostiene funciona mejor que esos chistes mal hechos y comedia en la línea del presente que ya no provoca ni una sola risa.
Lo mejor de la última temporada de esta serie es la segunda tanda de episodios, cuando todos los personajes principales adquieren de nuevo su fuerza y sus líneas se encaminan a cerrar todo el rompecabezas que se mantiene abierto desde la primera temporada. Incluso algunos chistes de estos últimos capítulos resultan buenos.
Tampoco podemos dejar pasar el gran soundtrack que incluye grandes temas como Yes sir, I can boogie, de Baccara (y que por fin aparece casi completa tras ser el tema principal en el tráiler de la primera temporada); Miedo, de María Daniela y su Sonido Lasser; Eddy Eddy, de Angélica María; Gotta go home, de Boney M; Tormento, de Mon Laferte; YMCA, de Village People; Yo no nací para amar, de Juan Gabriel; La morena, de Oro Sólido; hasta Los caminos de la vida y Bailando (Jolette, ¿eres tú?).
En definitiva, La casa de las flores 3 sigue en la línea de lo malo de la segunda temporada, pero, de pronto, en los últimos capítulos retoma el camino a la telenovela millennial que tuvimos en 2018. Eso podría ser suficiente para muchos espectadores y para cerrar de una forma un poco decente, mientras que para muchos otros puede ser demasiado tarde. Como producto general se queda a medias de un proyecto que se vino de más a menos.
Dejar una contestacion