Columna #125 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Netflix sigue apostando por series originales desde todas las latitudes del mundo y hace unos días estrenó Bloodride, una producción original noruega de terror y que como ya lo anuncia su título se trata de un “viaje sangriento”.
La serie es creada por Kjetil Indregard, creador de la bizarra serie noruega Maniac y que años más tarde serviría para su adaptación hómonima estadounidense en Netflix, con Emma Stone y Jonah Hill al frente del elenco.
La primera temporada de Bloodride consta de seis episodios, cada uno de ellos contando una historia diferente y cada capítulo tiene una trama independiente del otro, así los episodios pueden verse en el orden que el espectador desee, ya sea de la forma que los propone Netflix o saltados.
Las historias nos llevan, por ejemplo, desde un joven recién salido de un hospital psiquiátrico y que va a pasar un día en una cabaña con sus hermanos; una familia recién llegada a su nueva casa en el campo y rodeados de unos vecinos que les resultan bastante extraños, sobre todo a la madre de la familia; o un importante empresario de la industria farmaceútica que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, con su esposa y empleados, por saber quién le robó un prototipo valioso durante un festejo.
Bloodride efectivamente, como lo dice su título, nos lleva más por un viaje sangriento que por un viaje que nos estremezca o aterrorice. La serie nos introduce en pequeñas historias que van desde el slasher y lo sobrenatural, hasta el folk horror, adornadas varias de ellas con humor negro, y que si bien atrapan o llegan a entretener, logran resultados medianeros.
Las tramas de esta producción noruega no destacan tampoco por su originalidad, pues los escenarios y atmósferas de varias de ellas nos llevan a recordar otras historias de terror, varias de ellas muy clásicas, aunque sus referentes no son algo que demerita el trabajo en pantalla.
Una de las propuestas o características que posee esta serie, con capítulos alrededor de media hora, es que busca dar giros de tuerca u ofrecer sorpresas hasta los últimos minutos, aunque a veces predecibles y otras ocasiones calzadas a la fuerza. De cualquier forma, cada una de las tramas nos conducen hasta finales irreversibles.
Como ya se dice en los primeros párrafos de la columna, Bloodride cuenta historias independientes, y todas ellas ligadas solamente en la entrada, donde un camión conducido por un hombre de mirada siniestra lleva a los protagonistas de todos los capítulos a lo que parece el inframundo.
Probablemente el segundo episodio, Tres hermanos desquiciados, será el favorito de muchos espectadores, con interesantes giros y con un desarrollo bien construido. En contraparte, quizá el más decepcionante sea el tres, El escritor malvado, al jugar más con los elementos fantásticos, el humor y dejar totalmente fuera lo terrorífico.
En definitiva, Bloodride es una interesante apuesta que logrará entretener casi a todos los espectadores que la vean. Sin embargo, para todos aquellos exigentes podría resultar una decepción. Con seis episodios de historias independientes, esta serie noruega propone diferentes tonos, llevando a la audiencia a navegar en tres horas generales con un mismo resultado: un baño de sangre y un desarrollo de regular a bueno.
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