
Columna #67 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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La principal pregunta que asaltaba a la mayoría del público cuando Big little lies fue renovada para una segunda temporada, y por ende pasando de miniserie a serie, fue de qué iba a tratar la segunda temporada si el crimen ya había sido descubierto por el espectador y no había intriga a la que aferrarse. Ahora, desde el primer episodio sabemos que la serie abandona un tanto la intriga para construirse más a partir del drama.
Esta continuación es dirigida por Andrea Arnold, quien ha trabajado en películas como American honey o en series como Transparent. Esta ocasión, el gran Jean-Marc Vallée, que nos dio una estupenda primera temporada y fue sumamente premiada, abandona la dirección para fungir solo como productor ejecutivo y algo que pareciera no muy importante pero sí lo es: la edición.
La trama de la segunda temporada, nuevamente, tiene como protagonistas a Madeline (Reese Whiterspoon), Celeste (Nicole Kidman), Jane (Shailene Woodley), Renata (Laura Dern) y Bonnie (Zoë Kravitz), quienes deben seguir con su vida como madres y enfrentar las consecuencias que ha dejado la muerte de Perry (Alexander Skarsgård). Pero sus vidas por más tranquilas que parecen transcurrir tienen cerca a la detective Quinlan (Merrin Dungey) que se niega a dar carpetazo final al caso de Perry y además la llegada de la madre de este, Mary Louise (Meryl Streep), que está en busca de respuestas.
La serie mantiene la mayor parte de su esencia, desde la parte visual con escenas en claro-oscuros y una fotografía estupenda, pasando a elementos narrativos como flashbacks de sus personajes con memorias que parecen atormentarlos o descifrarlos y hasta la edición grandiosa que compagina la música con los sentimientos que arroja cada personalidad.
Se agradece que a pesar de que Jean-Marc Vallée haya abandonado la dirección siga de cerca de la producción del proyecto y que Andrea Arnold haya sabido respetar esos toques tan únicos de la serie. Así, Big little lies pasó a convertirse en un proyecto íntegro que no se presta a diferencias, una serie llena de autenticidad.
Aunque apenas fue estrenado el primer capítulo en las pantallas de HBO, y con una duración por cierto muy corta, estamos ante un arranque prometedor. Claro, tenemos más drama y menos intriga, pero justamente el gran elenco, sus actuaciones y las peculiaridades visuales y narrativas que posee la serie son armas suficientes para seducir al público y engancharlo de nuevo.
En el primer capítulo tuvimos actuaciones muy discretas de sus protagonistas, Madeline con su nuevo empleo, Celeste teniendo pesadillas recurrentes con su esposo fallecido, Jane con lo que parece ser un pretendiente, Renata en su ascenso personal y Bonnie atormentada por la muerte de Perry, pero seguramente no tardarán mucho en explotar y tener enfrentamientos consigo mismas o con Mary Louise, que como suelen decir los estadounidenses “is such a bitch”.
Parece sorprendente incluso pensarlo, pero no se llegará hasta el final de la temporada cuando muchos reconozcan que Meryl Streep tiene asegurada la nominación al Emmy y al Globo de Oro por su tremendo personaje que navega entre lo que parece ser una mujer comprensiva, pero a la vez es despiadada.
En definitiva, Big little lies parece que nos sorprenderá con una segunda temporada que nos mostrará más acerca de un grupo de mujeres y las dificultades de sus vidas, como madres y como seres individuales. Aún tenemos 6 semanas más para seguir descubriendo como las “5 de Monterey’, como la gente de la ciudad las ha reconocido por estar presentes en el momento en que Perry murió, lidian consigo mismas y los problemas a su alrededor; todos somos humanos y nadie es perfecto.
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