Columna #93 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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En medio de la polémica de aquellos que aseguran que Joker es una apología del delito y con miles de comentarios sumándose desde su estreno en el Festival de Cine de Venecia donde se llevó el León de Oro, que la adjudican como la mejor película de la muestra, este fin de semana, por fin, llegó la película a salas de cine comerciales. En pocas palabras, Joker es una obra maestra.
La cinta es dirigida por Todd Phillips, quien entre sus proyectos más famosos como director está la trilogía de ¿Qué pasó ayer? Ahora, el director deja la comedia atrás para sumergirse en un nuevo terreno y capaz de dejar boquiabierto a más de uno.
La cinta sigue a Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre que vive con su madre enferma Penny (Frances Conroy) en un edificio decadente. Arthur se gana la vida trabajando como payaso en un agencia y aspira a convertirse en comediante. Happy, como de pronto lo llama su madre, es víctima de abusos y malos tratos de la sociedad, varias veces provocado por una risita incontrolable que crece conforme intenta controlarla. La vida de Arthur da un vuelco cuando decide enfrentar al sistema, ese que le ha pasado por encima y para quien siempre ha sido nadie.
Joker está basada en un famoso personaje de DC Cómics, pero nos da una cosa totalmente diferente a lo que hemos visto en el cine, una película para adultos capaz de satisfacer hasta al público más feroz que no goza de las novelas gráficas. La cinta es mucho más grande que el tráiler, más oscura, más triste, más inquietante. Es sencillamente de lo mejor del año.
Esta película sigue el ascenso a la locura de un hombre con problemas mentales, dispuesto a dejar una huella entre los que lo rodean. Quizá aquí es el punto más difícil y por la que parte de la crítica la ha atacado. Pero debemos tener en claro que Joker no es responsable de la violencia del mundo real, aquí simplemente se hace un retrato realista de una sociedad caótica, y no podría ser de otra manera para lograr algo tan sólido.
La historia comienza ofreciendo una mirada, probablemente, un poco condescendiente de Arthur, quien es violentado a la menor oportunidad. Pero a medida que avanza la trama, el personaje se vuelve un criminal, sin justificación, y cuyas risas, bailes y movimientos se vuelven cada vez más estremecedores.
Para lograr todas las emociones tenemos un maravilloso elenco, comenzando por Frances Conroy y Robert De Niro que son sensacionales, y terminando con su protagonista Joaquin Phoenix, que después de esta actuación todos, o al menos la mayoría, deseamos verlo en la próxima temporada de premios siendo aplaudido en vivo. Phoenix, a través de sus gestos es capaz de lograr silencios incómodos y a través de su cuerpo flaco pintan todo aún más desalentador.
Desde su entrada, Joker se siente como un clásico ochentero, y no solamente por la tipografía de los créditos. La cinta es una construcción completa, donde ninguno de sus elementos le sobra. Gracias a cada una de sus particularidades, se siente redonda, capaz de que nosotros como espectadores ignoremos el mínimo detalle visual ni de sonido.
La fotografía de Lawrence Sher, quien también ha trabajado en la trilogía de ¿Qué pasó ayer?, es exquisita, abriéndonos las puertas a escenarios donde el conflicto, la podredumbre y la ruina se respiran. Por su parte, la banda sonora a cargo de la islandesa Hildur Guðnadóttir, quien recientemente trabajó en las composiciones de Chernobyl, es poderosa, actuando como un complemento envolvente.
La película traza un camino que cada vez se vuelve más desolador y donde la violencia gráfica impresiona. El director no se anda con rodeos ni con escenas largas, las cosas simplemente pasan y en el momento más inesperado podrías llevarte las manos a la boca para ahogar el impacto.
En definitiva, Joker es espectacular, fría, concreta, incómoda. Más de un espectador no estará exento a salir con un poco de asco o con el estómago revuelto después de casi dos horas de adentrarse en la locura de un hombre que decide dejar de ver su vida como una tragedia para convertirla en una aparente comedia, según su perspectiva. Repito, entre las mejores películas del 2019.
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