Columna #193 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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‘No respires 2’
Desde la aparición del tráiler de No respires 2 la polémica no tardó en hacerse presente, y es que los seguidores de la exitosa primera parte sentían que había algo raro y esta nueva historia parecía querer redimir al hombre ciego (Stephen Lang), el antihéroe protagonista. Fede Álvarez, escritor de ambas películas y director de la primera, no tardó en salir en defensa y aseguró que no se trataba de una redención, y que el personaje central seguía siendo un antihéroe. Pero los caminos trazados en esta secuela se sienten tan extraños, que es imposible no tener la misma percepción del tráiler.
La historia nos ubica ocho después de la primera parte, y ahora conocemos a Phoenix (Madelyn Grace), una niña de 11 años a la que Norman Nordstrom (Lang) ha acogido como su hija, después de que los padres de la pequeña murieron aparentemente en el incendio de una casa. Phoenix está creciendo y la prohibición de su padre la comienza a asfixiar. Ella tiene el deseo de jugar con otros niños y de conocer el mundo, por lo que le dice al hombre que su cariño y protección ya no son suficientes.
Las noticias hablan de un grupo de criminales y traficantes de órganos que siguen provocando el pánico en la ciudad, personas que pronto se atreven a irrumpir en la casa del hombre ciego. ¿Pero cuál es la verdadera misión de estos sujetos? La respuesta la mantiene bien guardada el tráiler e incluso la cinta varias veces trata de sorprendernos con giros de tuerca inesperados. Así, en este escenario, el hombre ciego tendrá que dejar el espacio conocido de su hogar, para tratar de salvar a toda costa a Phoenix.
No respires 2 no logra emular la tensión de su predecesora y en cambio nos conduce a un festival sangriento y más salvaje, que quizá para algunos sea la razón para llegar hasta el final. La ambigüedad con la que está construido el personaje de Stephen Lang, en esta ocasión, resulta ser el punto de quiebre que a muchos no nos dejará con el mismo sabor de boca que la primera parte.
Al inicio de la cinta vemos que el personaje de Madelyn Grace ha sido entrenado por el hombre ciego para salir adelante en situaciones difíciles, y los que tenemos un poco de conciencia esperamos que esto sea suficiente para que la pequeña consiga salir adelante, la única heroína que debería haber a nuestro juicio. Por su parte, tanto Norman como los sujetos captores pueden darse con todo.
En ocasiones, No respires 2 se siente como dos películas: mientras que la acción nuevamente se hace presente (y visualmente nos dan secuencias interesantes), la línea de los traficantes parece imitación del Nudo Verdadero de Doctor sueño, pero con otros propósitos y sin poderes sobrenaturales, adentrándonos en un terror inusual para esta historia.
Por más que sus escritores Fede Álvarez y Rodo Sayagues (este además director de la secuela) digan que Norman sigue siendo el mismo antihéroe, muchos elementos circunstanciales de la película parecen querer empujarnos a sentir un poco de compasión por él, incluyendo un diálogo muy sensiblero hacia el final. Y si lo que se intentaba era mostrarnos un poco del síndrome de Estocolmo (cuando una persona secuestrada se muestra comprensiva con su secuestrador), las cosas no quedan suficientemente claras. En definitiva, No respires 2 se queda en una posición por debajo de su antecesora.
‘Free guy’
La diversión está garantizada con Free guy, una sorpresa de este verano y una gran oportunidad para desconectarse. Dos realidades, la física y la virtual, se unen en esta propuesta para lograr algo encantador.
La historia nos lleva hasta Free City, donde habita Guy (Ryan Reynolds), quien todos los días se despierta saludando a su pez, viste la misma ropa, pide el mismo café y cada día presencia robos al banco en que trabaja. Pronto, Molotov Girl (Jodie Comer) llama la atención de Guy, quien cree que esta es la chica perfecta que siempre ha estado buscando. Pero cada vez que intenta acercarse a ella por alguna razón no lo consigue.
Un día, Guy se despierta con la idea de hacer las cosas diferentes. Así, durante un asalto al banco en que trabaja roba unos lentes de superhéroe al hombre que entra al lugar y al salir descubre todas las recompensas y cosas que puede realizar. Sí, Guy vive dentro de un videojuego y su cambio de perspectiva traerá problemas al dueño del juego Antwan (Taika Waititi). A la vez, Millie (el verdadero nombre de Comer en la vida real) y Keys (Joe Keery) buscan la manera de recuperar el código que creen que Antwan les robó para poder construir dicho juego.
Free guy es una aventura sumamente entretenida y llena de comicidad, pero no solo por las situaciones presentadas sino también auxiliadas por el elenco que la integra, especialmente Reynolds, Comer y Keery. Y es que siempre que la cinta parece estancarse o estar a punto de retroceder encuentra la habilidad para seguir su camino con nuevos chistes, acción, música pop y un lenguaje desinhibido.
La cinta escrita por Matt Lieberman y Zak Penn, y dirigida por Shawn Levy, está llena de referencias, al igual que películas como Ready player one, donde exploramos también la idea de los mundos alternos. Y ahora que 20th Century Studios pertenece al gran imperio de Disney parece la oportunidad perfecta para hilar elementos de las más grandes franquicias que posee la compañía en esta nueva historia.
Aunque la película se puede entender de cerca con los gamers y los usuarios de videojuegos que comparten momentos en YouTube y Twitch (incluyendo la aparición de personalidades de esta rama), el público ajeno a ello también podemos pasar un buen rato, pues se construye diversión a partir de varias esferas.
En definitiva, entre coloridos y deslumbrantes efectos visuales, Free guy nos presenta una historia que también quiere transmitir un mensaje y no solo se construye ligera y como un gran blockbuster de verano. La historia y las características de un videojuego no suelen crearse al azar y esta cinta nos da una pequeña muestra de ello. Dicen que los grandes temas de la narrativa son el amor y la muerte, y no debe parecernos extraño encontrar la primera detrás del discurso de un juego.
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