Columna #62 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Contentos o no con la última temporada de Game of thrones, no podemos dudar que estamos ante el final de una era. A pesar de los múltiples cambios para ver televisión, donde disfrutar series en streaming en grandes maratones se ha vuelto una opción muy gustada, GOT es una de las últimas series que congregó millones de espectadores alrededor del mundo, para disfrutar cada domingo y a la misma hora una historia de lucha que tantas veces nos sorprendió con giros inesperados.
HBO siempre se ha caracterizado por hacer televisión premium, por series disruptivas, únicas y con Game of thrones se consolidó una vez más como la cadena más confiable para disfrutar de televisión propositiva, madura, bien hecha. En GOT vimos un derroche impresionante de producción que cada temporada se fue mejorando y superando a sí misma.
Con errores de escena, descontentos de algunos seguidores que no quedaron satisfechos con el destino de algunos personajes o algunos acontecimientos, la octava temporada de esta historia volvió a sorprendernos y hacer de ella nuevamente un fuerte tema de conversación.
En el primer capítulo Winterfell, tuvimos una pequeña introducción que daba continuidad a la noticia que los caminantes blancos habían atravesado el muro, teníamos a una Daenerys llegando a la tierra de los Stark y viviendo un romance con Jon. Finalmente aquí, Jon se entera de una de las grandes revelaciones de la historia, y que el espectador supo desde hace un tiempo: Jon es Aegon Targaryen, hijo de Lyanna Stark y Rhaegar Targaryen. Como pocas veces hemos podido ver en esta serie, aquí hubo momentos que tocaron la comedia, momentos más románticos y hasta un poco más blancos. Y no olvidemos a nivel forma una de las grandes jugadas: este primer capítulo fue simétrico al primer episodio de la primera temporada, con muchas tomas y situaciones similares.
Luego se vino el segundo episodio, A knight of the Seven kingdoms, donde las largas escenas de conversación entre los personajes, el trazo de estrategias para enfrentar al Rey de la Noche y las tensiones más políticas, como las acontecidas entre Daenerys y Sansa sobre el futuro de Winterfell una vez que la Madre de los Dragones llegará al poder, fueron las líneas más puntuales a seguir y que de algún modo trazaban anticipadamente el cierre de varias tramas de algunos personajes.
Con mucha expectativa llegamos al tercer episodio The long night, dirigido por Miguel Sapochnik, quien ha tenido a su cargo memorables capítulos como The battle of the basterds y The winds of winter. Desde el inicio del episodio tuvimos un arranque en silencio y lleno de tensión, mismo sentimiento que se extendió a lo largo del capítulo, albergando mucha incertidumbre en la acción y que no necesitó de muchos diálogos, si no que todo se dirigió al combate con los caminantes blancos. La producción, con este episodio, demostró la televisión que es capaz de hacer HBO y rompió nuevamente las líneas entre el cine y las series. Fue una producción extraordinaria, para aplaudir la coordinación de cientos de actores y extras en escena, el difícil trabajo de rodar en exteriores durante tantas noches, e incluso los efectos visuales con fuertes olas de nieve y mucha oscuridad para representar el bestial invierno.
Luego, evidentemente, tendríamos un bajón de escenas de acción, para dar paso al cuarto episodio The last of the Starks, que comenzaría a construir el camino para lo que se viene en el final de la serie y sobre lo cual se ha especulado tanto: ¿Quién tomará el trono de hierro? Aquí se comenzaron a formar las alianzas para luchar contra Cersei y ver su caída. En este capítulo vimos algunas despedidas tristes y sufrimos con muertes inesperadas. Lamentablemente, tenemos que aceptar, aquí también radicaron varias fallas, desde errores de escena (como el famoso vaso de Starbucks), hasta aceleraciones muy marcadas para apresurar el ritmo de la serie y que varias cosas sucedieran ya. Y qué decir de alguna que otra escena absurda, y de las peores de la serie, como la llegada de Bronn a Winterfell, sin lógica alguna.
Así, llegamos al capítulo cinco, The bells, con la lucha de la Flota de Hierro y la Compañía Dorada de King’s Landing contra los inmaculados, los Dothrakis y demás para detener la entrada de Daenerys, quien enfurecida comienza a quemar a los soldados y a la ciudad. Nuevamente fuimos testigos de un enorme episodio en cuanto a efectos especiales, coordinación de elenco y dobles, y sobre todo una fotografía magistral para reconocerse. Pese a algunos errores de escena, este episodio fue mucho mejor que el anterior y encontramos más que nunca excelentes actuaciones, sobre todo de Lena Headey, que después de esta serie será una actriz consagrada por lograr tantos matices, y qué decir de Emilia Clarke de quien puede notarse su crecimiento actoral.
No es de mi gusto eso de desentrañar una película contando detalles de la historia, ni hablar de una serie episodio por episodio, pero creo que la última temporada de Game of thrones lo merecía, para demostrar que esta última temporada nuevamente nos regaló lo que tanto nos estuvo dando durante años: una serie impredecible, llena de matices, grandiosa por su construcción de personajes y que nunca se ha caracterizado por ser complaciente con el público.
Parte de los espectadores se muestran descontentos por el accionar de algunos personajes y por la muerte de algunos, pero de verdad, ¿alguna vez GOT nos ha dado gusto? Cuánta impresión provocó la muerte de Ned Stark en la primera temporada cuando todos creyeron que era el protagonista y qué decir de la muerte tan inesperada de Robb Stark y Catelyn Stark en la tercera temporada de la historia, muchos creyendo que después de esto la historia se iría al caño.
Al contrario, Game of thrones siempre fue creciendo y superándose, componiéndose con los personajes que quedaban con vida, dándonos una historia fascinante, adulta y simbólica. En esta última temporada los escritores David Benioff y D. B. Weiss probaron que muchas frases y situaciones, que ocurrieron anteriormente, no fueron en vano y que esta temporada final no fue creada de la ocurrencia. Por supuesto que hubo fallos de escena, en partes del guion, algunos personajes no se desarrollaron completamente e incluso el ritmo de la historia que se vio alterado en varias ocasiones, pero eso no va a demeritar todo el trabajo que se ha hecho y han llevado a GOT a ser una de las mejores series de todos los tiempos.
Es muy triste que muchos seguidores se empeñen en querer destruir esta serie, muchos de los cuales crearon un montón de teorías en su cabeza y su dolor más grande es que las cosas no sean como a ellos les gustaría. Pero las cosas no son así, ni nunca se han hecho de esa manera en GOT. A estas alturas de la serie, en la que ocurrieron miles de cosas, no podemos jugar al descontento.
Entre las cosas más exquisitas de esta temporada es que muchas personalidades por fin quedaron marcadas, y al igual que siempre no tenemos ni héroes ni villanos, todos gozan de un lado humano y todos están expuestos a las consecuencias. Tenemos a una Sansa política, racional, y que muy lejos quedó aquella niña que era; hay una Daenerys valiente y poderosa, pero no inteligente y sí muy autoritaria; tenemos un Jon noble, luchador, pero sin fuerza de decisión propia; un Tyrion fuerte pero que fácil se doblega ante los sentimientos; una Arya que ha construido su carácter y su fortaleza para el enfrentamiento; una Cersei que puede mover a los demás para hacer cosas por ella y que pocas veces está vulnerable. Y si vamos de uno por uno, nunca acabamos. Hay unos personajes increíbles.
En definitiva, la última temporada de Game of thrones volvió a ser un cúmulo de sentimientos diferentes y que entre un capítulo y otro podían pasar un montón de cosas radicales que cambiaban el rumbo de la historia. Gracias a David Benioff y D. B. Weiss por este gran proyecto y por lograr congregar millones de personas alrededor del mundo para disfrutar de ella y volverla tema de conversación en redes sociales y en la vida diaria. Es maravilloso cuando los espectadores podemos disfrutar juntos de una ficción televisiva y todavía nos queda tiempo para reconocerse su valor de producción.
Los nervios están al tope sobre el último capítulo, A dream of spring, que dará fin a esta serie y que, por cierto, toma el título que se tiene planeado para la última novela de la saga de libros escrita por George R. Martín y en la cual se basa esta historia. Game of thrones nunca nos ha dado finales felices y quizá esta no sea la excepción, ¿será que somos testigos del inicio de una nueva etapa de cruel poder desde el trono de hierro? ¿será que los Stark toman el mando después de tantas peripecias? o ¿será que vemos a la cabeza al rey legítimo? La única certeza que tenemos es que la polémica volverá a desatarse y claramente no todo el público quedará satisfecho.
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