Frente a la pantalla por Richard Osuna
Con una diferencia de tiempo de varias semanas después respecto a su llegada a los cines de Estados Unidos, se estrenó en las salas de nuestro país A la deriva (Adrift).
La cinta es dirigida por Baltasar Kormákur, quien ya tiene experiencia en cintas que abordan historias de supervivencia ante catástrofes naturales, tal como lo hizo en Everest.
A forma de sinopsis, la historia sigue a Tami (Shailene Woodley) y Richard (Sam Claflin), una pareja que navega en altamar cuando son sorprendidos por un potente huracán. El enfrentamiento con esta catástrofe deja el barco afectado y a Richard gravemente herido. Así, para salir adelante, Tami debe encontrar la fuerza para vencer la situación que atraviesan y salvarse antes de morir.
La historia transcurre a dos tiempos: los recuerdos de Tami sobre su llegada a Tahití y sobre el romántico inicio amoroso con Richard; y por otra parte el dramático presente en que el impacto del huracán los ha dejado varados y navegando en medio de la nada.
La historia mantiene un mismo tono durante todo el transcurso. En el pasado, los momentos de romance no lucen estéticamente bellos, ni de ensueño para lucirse. En el presente, los conflictos no se presentan exagerados para resultar llamativos o interesantes. Se crea una atmósfera personal que atiende mucho más lo realista. Hay un trabajo de integración por parte de todos los involucrados detrás de producción.
La fotografía es un trabajo estupendo. Hay grandes tomas dentro y fuera del agua (o escenas que juntan ambas partes), panorámicas para conocer la inmensidad del océano e imaginar la vulnerabilidad del barco, y unas secuencias maravillosas de apreciación al entorno. Está por demás reconocer la interesante labor con los efectos especiales, para ejemplo la emocionante escena del huracán.
El maquillaje para mostrar el desgaste físico de Woodley y las heridas de Claflin demuestran al espectador un detallado trabajo. Un cuidado reconocible.
Quizá el único detalle detrás de producción al que podría poner objeción sería a la ambientación, que no genera una apropiación de 1983 y luce como una historia que transcurre en una temporalidad más cercana.
Uno de los grandes atractivos que tenemos en pantalla, sin duda, son Shailene Woodley y Sam Claflin que conquistan a la audiencia por la increíble simpatía que poseen. Quizá como pareja no logran proyectar completamente el amor que se tienen, pero ambos logran buenas escenas con el indudable buen trabajo que aportan.
Woodley y Claflin con su trabajo en esta película siguen manifestando su afinidad por las historias románticas, los dramas bien forjados y las tragedias irremediables.
En definitiva, A la deriva es una buena cinta que contagiará a más de uno, llevándonos a navegar a través de una desgarradora anécdota de amor y de supervivencia. Es un producto lo bastante íntegro para involucrarse, para experimentar un poco de angustia y la ansiedad por conocer el destino de los personajes protagónicos. Vale la pena buscarla.
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