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Columna #6 | #ReporTrendigs por ReporTrejo
Terror, no tengo otra palabra para describir el estreno del nuevo programa “familiar» dominical de Las Estrellas. Pequeños gigantes es un supuesto programa de talento infantil, donde los niños deben demostrar sus aptitudes para el baile, el canto, la actuación, y en esta edición 2019 se contará también con disciplinas deportivas.
La producción
En términos de producción, Rubén Galindo utiliza una escenografía fastuosa, muy al estilo de un gran teatro. Con estridentes colores rojos y amarillos, sin muchas innovaciones. Insisto, es como el escenario de un teatro. Cumple bien.
Los jueces
Un gran acierto de la producción de este talent show es, sin duda, el reparto de jueces. Tenemos a la representación popular con el personaje de Albertano (Ariel Miramontes) y el regreso triunfal a Televisa de Verónica Castro. El campo internacional de la música es representado por un Miguel Bosé, que desafortunadamente está enfermo, casi no puede hablar, ¿qué necesidad de exponerlo así? Por último, Karol Sevilla (Soy Luna) representa la frescura de la juventud y el mundo millenial, la chica hace bien su trabajo al conectar con los niños. En particular, Verónica es la gran estrella de las pantallas mexicanas, pero aquí está como la abuelita que no distingue el talento del sentimentalismo, se la pasa llorando a la menor provocación y de manera poco creíble. Albertano no ha aportado gran cosa.
Los niños
No hay cosa más tierna, divertida, emotiva e inspiradora que ver el talento de los niños. Pero estamos en 2019 y las cosas han cambiado. Hace 30 años, los niños éramos muy diferentes, por lo tanto, los concursos de talentos también. Los niños cantaban por el bien del mundo, les cantaban a sus caricaturas favoritas. Los niños de ahora son infinitamente más despiertos, inteligentes, nacen prácticamente con la tecnología en sus genes. Pero eso es muy diferente a querer convertirlos en pequeñas versiones de los adultos. Para decirlo coloquialmente, estos niños son como los clones defectuosos de la película de Austin Powers, unos mini me.
En Pequeños gigantes los niños ya no les cantan a los niños, cantan las desventuras del amor, cantan imitando a Jenni Rivera, a Amanda Miguel. Y no hablemos del baile, de pronto aparecen moviendo sus caderas, la pelvis y entrelazando sus piernas al ritmo del reguetón, vestidos de una manera que lo único que hace es encender las alertas, ¿qué no se dan cuenta que los vuelven presas fáciles de depredadores?
¿Acaso no están al tanto del resucitado caso de abuso de Michael Jackson? o ¿no se acuerdan de cómo comenzó el caso del clan Trevi-Andrade?
No se trata de puritanismo, ni tampoco de tener la maldad o morbo en los ojos, se trata de cuidar a nuestros niños, de hacerlos vivir una infancia normal. ¿Por qué demonios los tenemos que hacer que se comporten como adultos? ¿O a quién le gusta escuchar a una niña de 5 años decir que tiene muchos enamorados? Peor, que sus padres se dicen de palabrotas cuando pelean o que su papá es un borracho. Yo no tengo hijos, pero tengo sobrinos pequeños y ellos están en cosas de niños, quieren ser youtubers que hablan cosas de niños, bailan y cantan. Cosas hechas para niños.
Ahí el mensaje es de alerta. ¡Por Dios! ¿Qué piensas Televisa al mostrar eso? Y ni hablemos del vestuario de la conductora Galilea Montijo, vestida al estilo de Jessica Rabitt, en colores rojos, que para empezar se perdía en la escenografía del mismo color.
¡Error, terror, eso es Pequeños gigantes!
Con esto me despido, no les puedo recomendar algo así, y ceder ante este capricho de programa queda bajo su responsabilidad.
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