
Columna #172 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Decir la frase: “Y vivieron felices para siempre”, no es tan sencillo y para llegar hasta ello hay un largo camino por recorrer. La historia de Lara Jean y Peter Kavinsky regresa en A todos los chicos: Para siempre, y así completar esta popular trilogía romántica de Netflix.
Michael Fimognari regresa como director de esta tercera entrega, al igual que la segunda parte, y que fueron rodadas casi a la par. Fimognari es mejor conocido por su trabajo como director de fotografía en grandes películas como El juego de Gerald y Doctor sueño, o de series como La maldición de Hill House, de ahí que el interesante estilo visual y los colores nos sean un tanto familiares.
En esta continuación, Lara Jean (Lana Condor) ha superado las dudas que tenía sobre su novio (Noah Centineo) y las relaciones anteriores de este, así como también han quedado atrás algunas inseguridades que no le permitían disfrutar la relación. Ahora, Lara Jean y Peter están en su último año de preparatoria y han decidido estudiar juntos en Stanford.
Pero no siempre la vida es como la planeamos y mientras Peter es aceptado en la universidad, Lara Jean es rechazada. Y cuando la posibilidades universitarias de ella se abren en otros lugares al costado extremo de Estados Unidos, tal parece que solo hay una alternativa que elegir: su futuro o su amor por Peter.
Con un ritmo más ágil respecto a su predecesora y con un encanto más igualado a su primera parte, A todos los chicos: Para siempre es una bonita conclusión a esta trilogía romántica, donde queda claro que el amor va más allá de lo planeado y de las fantasías de películas y libros.
Sin perder su estilo y su esencia, esta tercera parte nos centra en un terreno un tanto más adulto y maduro, donde la toma de decisiones son parte fundamental de los protagonistas. No solo está el drama universitario o el de su noviazgo, también está el de sus relaciones familiares, como el regreso del padre de Peter (Henry Thomas), quien busca una nueva oportunidad con una nueva oportunidad.
A pesar de sus varios elementos clichés y predecibles de historias adolescentes, algo que nos ha permitido llegar entusiasmados hasta A todos los chicos: Para siempre es la capacidad de sus guionistas y sus directores Susan Johnson y Michael Fimognari para adaptar y retratar la serie de novelas de Jenny Han de una forma tan cercana. Es casi imposible ver a Lara Jean y Peter como un par de conocidos y no involucrarnos con ellos.
Asimismo, para los amantes de esta serie de películas, este episodio final nos lleva a una retrospectiva que nos hará revivir el trayecto que han recorrido los protagonistas, desde aquel primer acercamiento cuando inventaron su relación y los acuerdos que pusieron en ese momento, hasta el punto en que se encuentran ahora.
En definitiva, a pesar de ser la película con mayor duración, con casi dos horas, A todos los chicos: Para siempre sabe jugar bien con todos sus recursos y darnos así un desenlace lindo y cálido. Y sí, su llegada el fin de semana de San Valentín es un extra para enamorarnos una vez y quedar atrapados en la química entre Lara Condor y Noah Centineo.
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