Frente a la pantalla: Crítica a ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’

Columna #31 | Frente a la pantalla por Richard Osuna

Como seguidor personal, quizá no como un auténtico fanático pero sí como un fan cercano, de esta saga mágica, me encantaría decirles que Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es maravillosa, pero no voy a mentirles.

La cinta es dirigida por David Yates, quien dirigió las últimas cuatro películas de Harry Potter y quien también tomó la responsabilidad de dirigir la primera entrega de esta nueva saga y precuela de las cintas del joven mago. El guion corre a cargo de la escritora J. K. Rowling, quien ha tomado la aventura de escribir, en solitario, esta nueva saga.

La película comienza con el malvado Grindelwald (Johnny Deep), como prisionero del Ministerio de Magia de Estados Unidos y quien trata de escapar durante su traslado. Grindelwald toma el cuerpo de Abernathy y asesina a sus captores. Meses después, Newt Scamander (Eddie Redmayne) busca, en el Ministerio de Magia británico, que se le restauren sus derechos como viajero internacional, en busca de nuevas criaturas mágicas y de estudio.

Pero la principal tarea de Newt llega cuando Albus Dumbledore (Jude Law), en ese entonces profesor de Hogwarts, le pide ir en busca de Credence (Ezra Miller), joven que ya es buscado por Grindelwald, pues cree que Credence es descendiente de un largo linaje de magos de sangre pura.

J. K. Rowling construye una trama extraña que al final no sabes si te gustó o no. Esta secuela no genera la misma emoción de la saga Harry Potter, ni por lo menos genera tanta expectativa como la primera entrega Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Es como un bonito intento, que no es para nada malo pero sí insuficiente.

La misma autora que nos proporcionó en vastedad un universo fantástico y maravilloso, parece que no ha sido capaz de mantener a flote esta secuela, que pintaba para dar una fuerte continuidad a ese enorme comienzo prometedor de lo que fue Animales fantásticos. Lo más alarmante es que apenas en la segunda película ya está flojeando la trama, y esto se tiene contemplado para cinco películas. ¡Cuidado!

Las historias épicas, de héroes o fantásticas, tanto el literatura, televisión o cine, suelen tener como protagonista a un personaje fuerte que nos lleve en una aventura objetiva y que tiene como meta vencer las adversidades para llegar finalmente a una recompensa. En Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, el personaje interpretado por Eddie Redmayne luce muy desdibujado, incluso se nota un bajón respecto a su predecesora y tal parece que tampoco nos lleva a un camino concreto.

Hay muchísimas sub-tramas, y muchísimos personajes, tantos que nos llega a provocar confusión el rumbo de la historia. Es muy desorientador que los personajes principales no tengan una evolución o que no revelen nada, porque la simpatía entre ellos y el público no termina por realizarse. En Harry Potter, teníamos al protagonista, a Hermione y a Ron, crecimos con ellos, nos encariñamos, aprendimos a amarlos. De eso se trata, de generar conexión con los protagonistas y aquí no está ocurriendo, salvo un poco por Newt.

Johnny Deep como Grindelwald, el mago oscuro, tampoco termina por concretarse como villano. Actoralmente, Deep está construyendo algo interesante y propio, sin exageraciones y algo más íntimo, cosa que pocas veces podemos apreciar en sus personajes. La culpa que su personaje no termine por crecer, nuevamente cae en manos del guion de Rowling que se preocupa más por darle un carácter mucho más político al personaje y no como un villano en toda su extensión, tal como lo fue Lord Voldemort.

A pesar de sus errores (la mayoría en la parte del guion) la película también tiene cosas positivas. La ambientación, el vestuario y el diseño de arte son grandiosos, y se pueden apreciar visualmente con espectacularidad. No sería extraño ver Los crímenes de Grindelwald participando por varias categorías técnicas en la temporada de premios, como los premios Oscar.

Además, no podemos olvidar esos momentos totalmente especiales y emotivos en que volvemos a adentrarnos a la escuela Hogwarts, además de escuchar el tema musical característico de la saga Harry Potter. Para todo seguidor de la película del joven mago significa un momento mágico. Además, Jude Law realiza un excelente papel como Albus Dumbledore, rescatando la imponencia interpretativa de Michael Gambon, en este mismo personaje, pero en una etapa de vejez.

En definitiva, Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es una secuela que merecía aportar mucho más de lo que apenas logra dar. Este universo es gigantesco y eso lo ha demostrado ya su autora. Por esas mismas razones, parecía fundamental que su creadora supiera respetar la inmensidad de esta, una de las sagas más apreciadas de todos los tiempos, y pudiera darle una continuidad bien construida como su primera película.

Lamentablemente, esta segunda parte parece caer en un montón de baches, a nivel de guion, que no terminan de entenderse. La experiencia después de verla no es mala, incluso podemos sentir la familiaridad de la dirección de David Yates o el regreso a la nostalgia con Hogwarts y otros personajes que si bien habían sido mencionados, no habían aparecido en el universo, pero si llega a formarse una sensación de que hay piezas sin encajar, o al menos de estar ante algo incompleto.

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