Frente a la pantalla: Crítica a ‘Boda sangrienta’

Columna #91 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Un poco de sentimientos encontrados es lo que puede dejarnos Boda sangrienta, una propuesta fresca y entretenida que su enorme pero lo encuentra en la extraña (y quizá innecesaria) navegación entre el horror, el gore y la comedia. ¿Vale la pena la pena verla?

La cinta es dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, ambos con muchos trabajos en cortometrajes, segmentos de películas y que anteriormente trabajaron en mancuerna en la cinta V/H/S.

La historia sigue a Grace (Samara Weaving), una chica que durante su noche de bodas recibe la noticia, de parte de la familia de su novio Alex (Mark O’Brien), que debe participar en un juego a media noche, el cual una vez terminado le permitirá formar parte completamente de la familia. La familia Le Domas es millonaria, dueña incluso de un emporio de juegos de mesas, y precisamente un extraño juego de estos, pero con un estilo más ancestral, es que le espera a la recién casada.

Todo parece ir bien, y Grace está motivada por conocer el juego. Con la sorpresa de la familia, la chica saca la tarjeta del juego del escondite. Lo que inicialmente es divertido para ella se convierte pronto en una pesadilla cuando descubre que dicho juego es un juego de supervivencia, en el que ella debe tratar de escapar para no ser asesinada por los miembros de Le Domas y tiene hasta el amanecer para conseguirlo.

Boda sangrienta es una interesante cinta que logra mantener al espectador pegado a la pantalla la mayoría del tiempo, impresionando con un juego lo bastante inaudito, lleno de adrenalina y que termina por convertirse en un baño de sangre. Sin embargo, el mayor error es la introducción de la comedia, que por instantes pasa de divertir con su supuesta acidez a presentar momentos totalmente irrisorios que bajan un poco la intensidad de la historia.

La finalidad de la trama también llega a perderse un poco en el transcurso. Por momentos parece ser una crítica a las sociedades ricas. En varias ocasiones se hacen chistes sobre ello y se alude a que las personas con dinero suelen tener estilos de vida fuera de lo común, pero todo esto se va diluyendo.

Uno de los fuertes es que la historia no suele dar demasiadas vueltas y va directamente al grano. En poco tiempo el juego ya está avanzando y tenemos a una luchadora protagonista que está haciendo todo a su alcance por poder sobrevivir.

El elenco de Boda sangrienta está muy bien complementado. Adam Brody, conocido por The O.C. y a quien recientemente vimos con una pequeña participación en Shazam!, está increíble dando vida al hermano mayor y protector. Igualmente Henry Czerny, conocido por Revenge y que el año pasado estuvo en Sharp objects, es puntual con su papel de patriarca de la familia. Mark O’Brien como el novio otorga un toque de sensibilidad que llega a enternecer. El resto son maravillosos, pero me acabaría la columna describiendo sus personajes.

Pero, sin duda, quien se lleva la película es Samara Weaving, que regala una actuación prometedora para su futuro y central para este proyecto. Weaving comienza siendo una chica en busca de tener una familia, para luego convertirse en alguien impresionado por la situación que vive y finalmente pasa a ser en una especie de heroína. Sus gritos, las expresiones de su rostro y todo hacen de su personaje una maravilla.

En cuestión de producción, la cinta presenta una fotografía lúgubre, muy oscura, y su ambientación se transporta hasta un estilo un poco más clásico. Y para añadir un poco más a este estilo un tanto sofisticado tenemos un soundtrack con varias piezas monumentales como la Novena sinfonía de Beethoven o la 1812 overture de Piotr Ilich Tchaikovsky.

Además, el resto de las composiciones para la cinta suelen ser muy buenos, como The hide and seek song, que apenas escucharla dan ganas de salir corriendo: Run, run, run!, time to run and hide. Run, run, run!, and now I’m going to find.

En definitiva, Boda sangrienta es una propuesta a la que le sobra por mucho la comedia, pero gracias a su carisma y el suspenso logra captar la atención del espectador, más propensa a hacer pasar más de una hora y media agradable, con expectativa y entretenido, que un episodio de amargura y arrepentimiento.

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