Columna #84 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Quentin Tarantino está de regreso con su noveno filme Había una vez en Hollywood, que para algunos se tratará quizá de la película más íntima del director, mientras que otros encontrarán quizá a un Tarantino más adulto, pero que en general despertará el debate y entre más se piense en ella podrán notar la grandeza de este título.
A estas alturas, Quentin Tarantino no necesita presentaciones, pues la gran filmografía que le precede habla por sí sola. El director le ha regalado al público grandes películas como Pulp fiction, Kill Bill, Bastardos sin gloria y Django sin cadenas que han colocado al estadounidense en el gusto del público.
Había una vez en Hollywood sigue a Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) un actor de westerns de televisión que siente que sus mejores años de carrera se están yendo. Dalton pasa mucho tiempo con su amigo y doble de acción Cliff Booth (Brad Pitt), un hombre bastante seguro de sí mismo. Mientras tanto, por otro lado, vemos un poco de Sharon Tate (Margot Robbie), la famosa actriz y vecina de Dalton, que goza de su matrimonio con Roman Polanski (Rafal Zawierucha) y su ascenso como estrella.
No quiero revelar mucho sobre la trama de la película para no arruinar la experiencia de quienes no la hayan visto aún. Tarantino se sirve de algunas de sus características comunes como el humor negro y las escenas extensas, pero se escapa de otras como la sangre gráfica (no totalmente). El director comparte un poco de sus gustos cinéfilos y sus referentes, lo que para muchos significará navegar en su intimidad.
Había una vez en Hollywood despertará el diálogo entre los fans, quienes utilizarán decenas de argumentos para encontrarle alguna posición entre la filmografía del director. Quizá muchos la coloquen a la mitad, pero lo que es verdad es que Tarantino ofrece un excelente trabajo que habla por sí solo. Y qué decir de esos distintos formatos de grabación que se nos muestran, manejados realmente con maestría.
La película cuenta con un magistral diseño de producción, tanto así que no solo nos transporta a la edad de oro de Hollywood a finales de los años 60, sino que por momentos se siente como el reestreno de un clásico remasterizado que simplemente no ha envejecido. Entre extensos viajes en automóvil, un exquisito soundtrack, letreros neones y marcas reconocidas, nos sumergimos a una época llena de cambios para la industria del cine.
Para darle vida a esta historia, Tarantino nos presenta a personajes salidos de la ficción como Rick y Cliff, pero también se basa en otros reconocidos como Sharon Tate, Roman Polanski, Bruce Lee (Mike Moh), y hasta varios miembros de la secta de asesinos conocidos como la Familia Manson, incluyendo a Charles Watson (Austin Butler) y al líder Charles Manson (Damon Herriman). Cualquiera que tenga un referente sobre Sharon Tate y la Familia Manson saben lo que se avecina, o lo que creen que pasará.
En el caso específico de Rick Dalton y Sharon Tate, se nos presenta una clase de antítesis de los personajes. Por un lado tenemos a Dalton que sufre, que espera dar lo mejor de sí y que busca la vigencia en proyectos que no lo estanquen como actor, mientras que Tate está en la plenitud de su matrimonio, pero sobre todo gozando de su éxito como actriz. Cerca como vecinos, pero lejanos como personas.
Ahora bien, Brad Pitt demuestra de nuevo el gran actor que es, pues cualquier seguidor de su carrera sabe que nunca ha sido solamente una cara bonita. Además, Pitt logra hacer una gran mancuerna con Leo, y nos regala grandes escenas individuales como su enfrentamiento con Bruce Lee. Pitt, DiCaprio y Robbie están de aplauso, sobre todo los dos primeros.
En definitiva, Había una vez en Hollywood es una especie de clásico joven que entre más piensas en ella, más te das cuenta de las grandes virtudes que posee. Un diseño de producción para alabarse, la música, las buenas actuaciones y la diversión logran que cualquiera mantenga la mirada sobre la pantalla.
La larga duración de la cinta quizá sea un inconveniente para muchos, pero Quentin Tarantino hará lo posible por alargar la película y concretar un clímax extraordinario, que a muchos les hará revivir una de las características más significativas del director. Quizá muchos desearán despegar ese momento del resto de la película, pero se siente más como una inyección de adrenalina que llega para completar todo el trabajo logrado. ¡Imperdible!
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