
Columna #131 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Hora de subir el volúmen a esas piezas musicales de jazz y transportarnos a un viaje hacia los años 40, en tiempos posteriores a la Segunda Guerra Mundial y con el cine de Hollywood en ascenso. Precisamente bajo ese ambicioso marco se desarrolla Hollywood, la nueva miniserie de Netflix dividida en siete entregas y que reinventa dicha época a través de una mirada de apoyo.
La miniserie es creada por Ryan Murphy e Ian Brennan, dupla responsable de series como Glee, Scream queens y The politician. Además, a Murphy, con otras figuras, le preceden otros proyectos como Nip/tuck y American horror story, así como la dirección de The normal heart, que lo han convertido en una aclamada personalidad de la televisión.
La historia se centra en un grupo de personas que desean alcanzar sus sueños en la industria. La trama arranca con Jack Castello (David Corenswet), un joven que diariamente acude a los Estudios Ace, esperando conseguir un papel como extra en alguna de las películas que allí se producen y pronto convertirse en una estrella del cine. Pero la falta de oportunidades (y también la de dinero), lo llevan a trabajar como acompañante de mujeres, mismas que buscan placer entre los chicos de una estación de servicio liderada por Ernie (Dylan McDermott).
Pronto, por circunstancias en la trama, Jack termina conociendo a Archie Coleman (Jeremy Pope), un joven escritor homosexual que ha vendido su último guion Peg, a los Estudios Ace. A partir de ese momento, las directrices nos llevan a otros personajes como Rock Hudson (Jake Picking), otro aspirante a actor; Camille (Laura Harrier), una actriz de color que espera dejar los papeles como sirvienta y conseguir un papel protagónico, entre muchos otros personajes.
Hollywood tiene una premisa interesante y un arranque prometedor. El mensaje de la miniserie es claro: dar voz a las minorías y representarlas, y dar una crítica, al mismo tiempo, a una industria señalada por su difícil aceptación hacia al otro, al diferente, desde los años 40 y aún en nuestra realidad. Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, la historia e incluso algunos personajes se van desinflando en el camino.
En la serie se siente la mano de la dupla Murphy-Brennan, despegando con un ritmo ágil y unos diálogos parlanchines. Nos presentan para ello un montón de personajes basados en figuras reales de la industria y algunos otros salidos de la ficción, conviviendo entre sí y reescribiendo algunos perfiles para crear una trama que se empeña en dar forma a un escenario que retrate la discriminación a homosexuales, personas de color y mujeres.
Con Hollywood no podemos quejarnos de la historia predecible y sencilla, pues sus intenciones están enfocadas en un mensaje esperanzador y para alentar los sueños. En ningún momento intenta darnos una trama sustanciosa y fuerte. Pero, en parte, esa misma falta de ambición a darnos más es lo que para muchos no terminará de aterrizarla por completo y apenas dejará un sabor tibio.
Las soluciones son demasiado fáciles, quizá porque es una miniserie y están preocupados por lograr los sueños de sus personajes en solo una bocanada y de manera blanda. A diferencia de series como Glee, donde sus protagonistas padecieron lecciones y esperaron un largo tiempo para ver sus anhelos volverse realidad, mientras el público nos encariñamos con ellos, en Hollywood a veces todo en tan dulce que los problemas pasan fáciles y rápidos, y la empatía con los personajes no se concreta del todo.
En medio de ello, Hollywood posee un gran diseño de arte recreando una época significativa. Y en el elenco, también tenemos varias participaciones que se llevan las palmas: Patti Lupone, Jim Parsons, Dylan McDermott y Joe Mantello dan grandes actuaciones y dignamente considerables para una nominación al Emmy. Patti Lupone es toda una dama en escena, Parsons llega a ser tan repugnante que hasta sientes repulsión por él, McDermott es emotivo y cíclico, y Mantello es preciso, puntual.
En el elenco joven también tenemos a figuras en ascenso como David Corenswet, Jeremy Pope y Samara Weaving. Y aunque algunos de ellos (como el caso de David) comienzan bien, pero no logran sobresalir como el elenco mayor. En gran parte, no es culpa de ellos que los escritores no los hayan hecho brillar lo suficiente, porque su potencial es notorio aquí y en anteriores proyectos que han realizado.
En definitiva, Hollywood se queda como un trabajo de diseño bonito y con una premisa interesante que nos lleva a preguntarnos ¿qué hubiera sucedido si las personas de épocas atrás hubieran apostado por su integridad y su felicidad? Si hubieran peleado un poco más. Aunque la respuesta nunca la sabremos, ni estamos para martirizarnos con ello. La miniserie suele ser bastante entretenida, pero su trabajo tan contenido y acolchonado la limitan para haber logrado algo más espectacular.
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