Columna #219 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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En los últimos años, la terrible situación de las desapariciones forzadas parece agravarse en México y el cine nacional ha seguido de cerca ese tema que lacera y hiere a nuestra sociedad, sobre todo a las madres. Documentales como Te nombré en silencio o ficciones como Sin señas particulares retratan a ese país lleno de injusticia en el que vivimos, generalmente sordo por parte de autoridades que parecen inexistentes, y donde las propias madres deben salir a buscar a sus hijos. Hoy, se añade La civil.
La cinta, que marca el debut de un largometraje de ficción para la directora y también guionista Teodora Mihai, sigue a Cielo (Arcelia Ramírez), una mujer divorciada y ama de casa que se hace cargo de su hija adolescente. Inesperadamente, Cielo recibe la noticia de que su hija fue secuestrada por el crimen organizado y como condición para volverla a ver, los criminales le piden 150 mil pesos.
Una vez que junto a su exesposo Gustavo (Álvaro Guerrero) recogen el dinero, el acuerdo no se respeta y las posibilidades parecen agotarse para Cielo. Sin ayuda de la policía, la mujer termina colaborando con un escuadrón militar, junto al comandante Lamarque (Jorge A. Jiménez), con el único propósito de encontrar a su hija y dar con los responsables de su desaparición.
A diferencia de películas como Sin señas particulares, donde la historia se enmarca más en el dolor y la incertidumbre de la madre protagonista, La civil trasciende ello para mostrarnos a una mujer que ante la falta de ayuda y luego de ver de cerca la brutalidad y la corrupción de esos mundos, ve transformar su actitud en coraje y venganza. Y es que al momento de defender a un ser querido del peligro, fluyen los instintos más animales sin tregua, ni perdón.
Arcelia Ramírez, ovacionada en Cannes 2021 durante ocho minutos por este personaje, logra un registro de dolor e impotencia desgarrador. Conforme avanza la narrativa la vemos en imponentes escenas de confrontación con uno de los delincuentes (Juan Daniel García Treviño) y mostrando una desesperación que va aumentando conforme las respuestas se van desdoblando y los culpables van apareciendo.
Para sentir de cerca la mirada de Cielo como espectadores, una de las principales estrellas de La civil es la cámara de Teodora Mihai, que nos envuelve en varios planos secuencia, ya sea en una funeraria, una redada policial y una persecución en la calle, precisando la violencia de un pequeño poblado lleno de soledad, en una tierra de nadie.
Todo nos conduce a un final que para muchos podrá parecer abrumador o abrupto, pero será el espectador quien tenga la última palabra con su interpretación. A fin de cuentas, un episodio trágico como este, con pocas huellas, siempre deja preguntas a los que se quedan a padecer las pérdidas.
En definitiva, a pesar de que son varias las películas que ya retratan el tema de la desaparición forzada, La civil se añade de forma única a este grupo. No solo el fondo, a la hora de retratar esta podrida sociedad, importa, sino también la forma en cómo nos acercan los hechos.
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