Columna #196 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Luego de que hace casi un año fuera lanzado el primer tráiler, en aquel entonces todavía como una película de 20th Century Studios y que marcaría la segunda cinta sobre temática LGBT+ tras Love, Simon, las cosas han cambiado y finalmente Todos hablan de Jamie ha llegado como una película original de Amazon Prime Video. Pero lo que sigue en pie es la determinación para traernos un mensaje sobre la tolerancia.
Todos hablan de Jamie tiene unos largos antecedentes: la historia está basada en hechos reales y primeramente saltó como un documental de la BBC llamado Jamie: Drag Queen a los 16 años. Posteriormente se convirtió en un musical del teatro londinense bajo el título de Everybody’s talking about Jamie, y finalmente se ha convertido en el filme homónimo que marca el debut de Jonathan Butterell en la dirección, mismo responsable de la obra.
La historia nos presenta a Jamie (Max Harwood), un chico gay que recién cumple los 16 años. La graduación está cerca y la señorita Hedge (Sharon Horgan) cuestiona a los alumnos sobre las profesiones que desean ocupar, y mientras la mayoría tiene su mente en convertirse en actores o youtubers, Jamie tiene tiene algo: necesita convertirse en drag queen.
Jamie es hostigado por algunos de sus compañeros, como Dean Paxton (Samuel Bottomley), pero también tiene el apoyo y cariño de su madre Margaret (Sarah Lancashire) o el respaldo de su mejor amiga y compañera de clase Pritti (Lauren Patel). Y con el baile de fin de cursos también acercándose, Pritti empuja al chico a no esperar a mañana para ser el mismo, y así Jamie toma la decisión de ir a la fiesta con un soñado vestido y en tacones, desafiando las etiquetas de vestimenta escolares. Pero antes de llegar a ello, tendrá que pasar por un largo autodescubrimiento sobre sí mismo.
Todos hablan de Jamie no toma como argumento central la homosexualidad del protagonista, sino más bien su descubrimiento como individuo. Y a pesar de que las canciones no son tan pegajosas ni su historia tan brillante, el poderoso mensaje de ser tú mismo y sentirte orgulloso de ello, incluso siendo diferente a los demás como una drag queen, dota a la historia de una pertinencia absoluta que te mantiene encantado de principio a fin.
A pesar que algunos detalles de la construcción de su trama puedan sonar similares al también musical The prom, quizá el escenario final de la fiesta escolar sea una de las pocas similitudes que comparten. Todos hablan de Jamie nos lleva a explorar otros lugares y además sigue casi toda la película al chico de 16 años como figura central.
Pero de vez en cuando también la mirada es delegada a la madre de este, quien en repetidas ocasiones tiene que lidiar con el padre homofóbico de Jamie, Wayne (Ralph Ineson), un hombre que ha decidido contraer un nuevo matrimonio y hacer una nueva familia, pues no soporta la idea de que su hijo sea afeminado y no comparta sus mismos gustos masculinos. A través de este frío personaje tendremos algunas de las escenas más interesantes de la cinta.
Igual de interesante es el personaje de Hugo (Richard E. Grant), el dueño de una tienda drag en la ciudad y que en sus años de juventud se convertía en Loco Chanel. Uno de sus musicales, donde viajamos hasta la crisis del sida entre los años 80 y principios de los 90, es uno de los momentos más reveladores y puntuales. No solamente empuja al protagonista a seguir con esa valentía que ha demostrado, sino que a los espectadores nos entrega una valiosa oportunidad de reflexión.
En definitiva, Todos hablan de Jamie es una celebración de la diversidad y siempre es un gusto que cada vez sean más las series y películas con este tipo de historias, donde las audiencias jóvenes puedan abrazar el mensaje de fortaleza y valor, y los adultos nos quedemos con un valioso mensaje sobre el respeto.
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