Frente a la pantalla: Crítica al final de ‘Dark’

Columna #139 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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La magia lograda por Dark es el resultado de un par de creadores, Baran bo Odar y Jantje Friese, que desde un principio supieron cómo acomodarían cada pieza, planeando cada detalle y regalándonos una serie redonda que no dejó ningún cabo suelto en sus episodios finales. Y en general nos heredan una de las mejores series de la década y del siglo.

Esta serie alemana ha regresado por una tercera y última temporada, donde no solo nos van a dar las respuestas que a lo largo de las dos temporadas anteriores estuvimos esperando y tratando de descifrar, sino que además se ha tomado la libertad de incluir nuevos personajes, situaciones inesperadas y hasta mundos alternativos, complicando un poco más el viaje.

La tercera temporada arranca justo donde termina la segunda, con la llegada del Apocalipsis y donde una Martha (Lisa Vicari) de un universo paralelo al conocido por Jonas (Louis Hoffmann) aparece en su casa. A esto se vino la pregunta de Jonas sobre de qué época era, lo cual nos dejó una respuesta para quedar boquiabiertos en su momento y en suspenso durante todos los meses posteriores: “la pregunta no es de qué época, sino de qué mundo”.

Así, esta nueva tanda de episodios, de la serie que nos ha llevado por cuestiones filosóficas y saltos temporales, nos somete por situaciones que no hubieran sido pensadas por nosotros los espectadores e incluyendo por tanto un universo paralelo que hace más complejo cada hilo de la trama. 

El inicio de la tercera temporada se da de una forma un tanto lenta y repetitiva, donde muchos personajes se repiten unos a otros que un tercero les han mentido y donde más de uno parece o quiere tener la razón, y cree contar con las respuestas para armar el rompecabezas y resolver el desastre provocado por ellos mismos.

Aún y con ello, estos últimos episodios de Dark son tan intensos, emocionantes y enigmáticos como todos los anteriores, y puedo prometer que cada duda generada en el camino será resuelta. Sobre todo la segunda mitad de esta temporada, nos trae grandes respuestas y unos momentos que, aunque breves, son esenciales para entender el curso de la historia.

En cuestiones de producción, la dirección de todos los episodios sigue a cargo de su también creador y guionista Baran bo Odar, y la estética se mantiene intacta con ese toque de oscuridad. La excelente fotografía, la cuidada ambientación de las tantas épocas, el maquillaje y la música cargada de suspenso, juegan un papel fundamental para entregarnos un producto completo. Y qué decir del reparto tan perfecto, no solamente refiriéndonos a sus monstruosas actuaciones, sino también por la gran labor de casting que se hizo para escoger a actores tan parecidos.

Tic tac, tic tac. El principio es el final y el final es el principio. El viaje al origen ha llegado y el ciclo interminable se ha cerrado para no volver a abrirse. Dark he llegado a su final de una manera espectacular, majestuosa, magistral. Las explicaciones propiamente científicas y los matices de la historia para mostrarnos la humanidad de sus personajes dejan una impresión que llevan desde el éxtasis hasta la conmoción. 

En definitiva, hay muy pocos detalles extraños o cuestionables que se puedan decir de los últimos capítulos, y el final es más proclive a dejar satisfechos a todos los espectadores que a indiferentes o en desacuerdo. Dark no solo queda como una de las mejores series de habla no inglesa de Netflix, sino como una de las mejores piezas de su catálogo. ¡Brindemos por Winden!

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