Frente a la pantalla: El amor de ‘Elisa y Marcela’ en Netflix

Columna #69 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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En el mes del orgullo LGBT+, la plataforma de streaming más famosa, Netflix, trae su nueva película española Elisa y Marcela, historia basada en hechos reales y que sigue la relación entre Elisa Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas, dos mujeres que se casaron en 1901, convirtiéndose en el primer matrimonio homosexual registrado en España.

La cinta es dirigida por la española Isabel Coixet, candidata a varios Premios Goya y premios internacionales, más recientemente por la cinta La librería.

Linealmente, la historia comienza en 1885 cuando Marcela (Greta Fernández) asiste a sus primeros días de clases, y conoce allí a Elisa (Natalia de Molina), una mujer que trabaja en el lugar. Poco a poco, la relación entre Marcela y Elisa se va volviendo más afectiva y los padres de Marcela, que sospechan de esta relación, deciden enviarla a estudiar fuera. Años después, a su encuentro, Marcela y Elisa deciden llevar una relación de pareja. Ante las habladurías, el señalamiento, la presión y el rechazo de la gente, las mujeres toman una última decisión: Elisa se irá por un tiempo y volverá vestido como un hombre. Pero, ¿cuánto tiempo podrá sobrevivir las mentiras de este matrimonio?

En las últimas semanas, con las celebraciones alrededor del mundo a favor de los derechos LGBT+, muchas personas heterosexuales han expresado que también debería existir una marcha del orgullo heterosexual. Muchos defensores, activistas y personas LGBT+ han apuntado que estas marchas no se tratan de sentirse virtuosos por el simple hecho de ser homosexuales, lesbianas, bisexuales y demás, sino que es una lucha por defender que ser individuos no heterosexuales no los hace merecedores de menos derechos.

Justamente esta película parece dibujar perfectamente ese cuadro mencionado, lleno de discriminación, acoso y falta de derechos, al cual se busca tanto ponerle un punto final. En Elisa y Marcela tenemos una relación entre mujeres, que por supuesto está mal vista por la sociedad a su alrededor y que para conseguir un matrimonio estable, al menos por un corto tiempo, fue necesario recurrir a que una de ellas se hiciera pasar por hombre.

Si hoy en día no estamos liberados de prejuicios, ahora imagínense a principios del siglo pasado, y con la iglesia aún utilizando su peso en la sociedad. Esta cinta es una carta de amor para el matrimonio entre personas del mismo sexo y un llamado a la libertad, al respeto.

En la trama, se nos retrata una relación bastante completa de amor entre Elisa y Marcela, desde los primeros acercamientos, el enamoramiento, una relación cada vez más filial y culminando en el amor de pareja. Se nos abre las puertas a ver una relación donde predominan mucho las sensaciones, desde cartas con sentimientos expresos muy poéticos, la sensualidad y el erotismo entre sus cuerpos, así como la pasión y lucha por defender su amor, aunque de momento hay detalles muy escuetos.

Visualmente la cinta suele ser muy artística, presentada con un blanco y negro que busca remitirnos a la época, aunque algunas escenas suelen notarse muy quemadas: la luz blanca de las ventanas muy brillante y los actores, muebles y demás al frente muy oscuros. La fotografía, sin duda, es muy buena. Incluso, en una parte de la historia se conjugan transiciones de videos reales con escenas de la película, que de alguna forma nos centran en el contexto.

En definitiva, Elisa y Marcela es como un regalo representativo para las particulares luchas LGBT+ que se conmemoran cada mes de junio alrededor del mundo. Se nos presenta una difícil historia entre dos mujeres que se amaban y que supo sobrevivir a las adversidades en una sociedad cerrada. Esta cinta clama respeto a los derechos de todos como individuos y sobre todo un respeto al amor en cualquiera de sus manifestaciones, incluyendo el matrimonio.

Por ahí, entre los créditos de la cinta podemos escuchar una preciosa canción llamada Nem eu en voz de Salvador Sobral que engloba la trama y el reconocimiento del amor. En una traducción aproximada dice: No le haces ningún favor al querer a alguien, ni yo, ni yo, ni yo. Yo no inventé el amor, ni fui yo, ni fui yo, ni fui yo, ni nadie. El amor es algo que pasa en la vida, estabas desprevenido, y por casualidad, yo también.


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