Frente a la pantalla: La genialidad de ‘1917’

Columna #113 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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¡Qué genialidad visual es 1917!, la cinta que llega este fin de semana a las salas de cine mexicanas y que apenas el fin de semana anterior se hizo acreedora al premio como Mejor película dramática en los Globos de Oro 2020, encaminándola así por el Óscar a Mejor película, y que ya ha despertado por tal situación diferencias entre el público.

La cinta es dirigida Sam Mendes, conocido por su maravillosa pieza Belleza americana, Soldado anónimo, Solo un sueño y más recientemente por la saga del Agente 007 protagonizada por Daniel Craig, Skyfall y Spectre.

La historia se centra en la Primera Guerra Mundial, cuando dos cabos jóvenes británicos, Schofield (George Mackay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben la orden de llevar una carta al batallón de Devonshire, donde se les notifica que se cancela el ataque contra los alemanes. Según los superiores han indagado, los alemanes han fingido retirarse de una de las líneas, con el objetivo de emboscar a 1600 soldados.

En el escuadrón de Devonshire también se encuentra el teniente Blake, hermano de Blake (una sorpresa para quienes no sepan quién lo interpreta), por lo que ambos soldados parten a través de campo enemigo con la misión en sus manos de salvar a aquel equipo. Pero en el peligroso camino también se adhiere la misión de sobrevivir.

1917 es una joya visual cuyos planos secuencia y la cercanía con los personajes vuelven al espectador una especie de soldado más, llevándonos a vivir con total cercanía la tensión y los horrores de la guerra.

El maravilloso diseño de producción de las puestas en escena y la fotografía de Roger Deakins juegan un papel fundamental para crear una atmósfera bélica única, y adentrar al público a zona de guerra. De pronto el recorrido se vuelve una especie de avance interactivo como de videojuego o de experiencia en un parque de diversión. Solo que la aparente diversión la sustituimos por presión.

No cabe la misma mínima duda del amplio trabajo creativo y de preparación que Sam Mendes hizo para esta película, cuyos logros visuales son para aplaudirse. Aunque aparentemente detrás de las escenas se esconde solo técnica, muchos pasajes también tienen mucho que revelar, ya sea metafóricamente o con alguna técnica, mostrando la fraternidad, la pérdida humana y material, y la destrucción que provoca la guerra misma. 

Aunque 1917 parece ir de logro en logro, existe algo con lo que algunos de los espectadores pudieran tener una fría relación que es con el desarrollo de personajes, más viniendo de un cineasta que se ha caracterizado por hacer de sus personajes el actor principal de las historias.

En esta producción, el desarrollo de los personajes queda un poco por debajo del conjunto general de la trama y los logros visuales. Sin embargo, hay mucho de ellos que se puede desengranar a partir de un análisis y no hay que estar expectantes solo a sus diálogos o a sus simples existencias.

En cada aparición de los distintos personajes, aunque son breves participaciones, salvo las actuaciones de George Mackay y Dean-Charles Chapman que son las únicas extendidas, hay algo que decir. Además, es un gusto la elección de actores, apareciendo personalidades como Colin Firth, Mark Strong, Andrew Scott, Benedict Cumberbatch y Richard Madden. 

En definitiva, 1917 es como una especie de platillo de un restaurante de primera que hay que probar. Todos quedarán convencidos con el emplatado, y con los ingredientes de la comida a degustar. Sin embargo, mientras algunos quedarán convencidos con el sazón de la comida otros quedarán un tanto insatisfechos, más no indiferentes, al esperar mayor condimentación. Sin sentidos figurados, 1917 tendrá una importante participación en los próximos Óscar, con vísperas a ganar varias categorías.

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