Columna #123 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Un auto se estaciona en una gasolinera y mientras el conductor, y padre del chico copiloto, se baja a la pequeña tienda, el joven se queda en el auto con su videojuego portátil. Pronto se escucha el sonido de los árboles y Jonas, nombre del chico, se empieza a estremecer. Inesperadamente otro joven aparece y empieza a golpear la ventana. Unos segundos después, Jonas se da cuenta que todo es parte de su imaginación y su conmoción. Así comienza llena de misterio Jonas, ahora en Netflix.
La cinta francesa es escrita y dirigida por Christophe Charrier, quien se hizo acreedor a un premio Seoul International Drama Awards gracias a esta producción. Jonas fue lanzada originalmente en 2018 como una película para tv, y gracias a las cuestiones de derechos y demás es que nos llega como original de Netflix.
La historia transcurre en dos líneas temporales, en ambas teniendo como protagonista a Jonas (interpretado por Nicolas Bauwens en la adolescencia y por Félix Maritaud en la adultez). Durante su adolescencia vemos como Jonas es un dulce e inocente chico que comienza a relacionarse con Nathan (Tommy-Lee Baik), un chico un tanto rebelde y quien pronto se convierte en su primer amor.
Pero la vida da muchas vueltas, y 18 años después, Jonas se convierte en un hombre promiscuo y que constantemente le es infiel a su pareja con los hombres que conoce en apps de ligue, así como también se ha convertido en un hombre rodeado de violencia, con problemas de alcohol y con una marcada tristeza surgida por un pasado que lo atormenta.
¿Qué le pasó a Jonas para que su vida cambiara tan drásticamente? Ese es el juego narrativo al que nos somete Jonas, una cinta que tarda un poco en despegar y en que los espectadores entiendan la historia, pero que poco a poco va a desdoblando las respuestas, adentrándonos en una trama de misterio, culpa, pérdida y abrumadora para su protagonista.
La historia, de pronto, sostiene pocos diálogos y el hilar situaciones está limitado a las acciones o detalles que realizan los personajes. A veces nos preguntamos por las acciones del Jonas adulto, que parecen propias de un acosador, pero todas ellas tienen un por qué. Mientras el Jonas adolescente es dulce, el Jonas adulto se muestra torturado mentalmente. “Tal vez estoy cansado de buscar algo que no existe”, dice uno de los diálogos del Jonas adulto.
La película, como ya lo dice la sinopsis, se narra a través de dos líneas temporales, una de ellas específicamente en 1997, donde la noticia de la muerte de Lady Di conmociona, la homofobia pesa más y los videojuegos portátiles son un atractivo. La otra línea temporal ocurre 18 años después, que estéticamente no se modifica mucho, y entre los pocos elementos que intervienen están las redes sociales y las app de ligue.
Jonas se enmarca en una atmósfera pesada, pero sumamente colorida y la buena fotografía da un aporte estéticamente bello, aún cuando la historia se desarrolla en lugares comunes. De igual forma las actuaciones son claves, en especial la de los dos actores que interpretan a Jonas, mostrando a un mismo hombre a sus 15 y sus 33 años, pero con diferentes actitudes debido a las difíciles circunstancias de vida.
Quizá uno de los mayores peros de la producción francesa es un final muy apresurado, donde después de dar respuesta a las incógnitas que rodean la trama parece que no quiere mostrar más y para nosotros los espectadores no nos resultaría de sobra algunas escenas extra.
En definitiva, Jonas es un interesante ejercicio sobre la pérdida, la culpa y donde también se retrata un poco esa nostalgia del primer amor, aunque la separación de los protagonistas de esta historia sea mucho más fuerte de lo que parece. Se agradece también a Netflix por hacerse de esta historia, porque con un limitado estreno en la televisión francesa hubiera sido más difícil saber alguna vez de ella. Muy recomendada.
Hola va a pe de guarda temporada de Jonás THEBOY