Frente a la pantalla: Crítica a ‘Historias de miedo para contar en la oscuridad’

Columna #82 | Frente a la pantalla por Richard Osuna
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Historias de miedo para contar en la oscuridad es como un intento de hacer un platillo perfecto: se tiene todos los ingredientes para cada uno de los guisos, pero al final, por descuidos en la preparación, unos quedan exquisitos, otros buenos a secas y algunos a medias. La presentación no es pésima, pero pudo ser mejor y el sabor en el paladar es de conformidad, más no de total satisfacción.

Esta nueva película de terror está basada en la trilogía de novelas homónimas, escritas por Alvin Schwartz e ilustradas por Brett Helquist. Para su versión fílmica se cuenta con la dirección de André Øvredal, quien hace un par de años nos sorprendió con The autopsy of Jane Doe. La historia es de nuestro querido mexicano Guillermo del Toro y el guión fue coescrito por Dan Hageman y Kevin Hageman. 

La historia sigue a un grupo de adolescentes, Stella Nichols (Zoe Colletti), Auggie (Gabriel Rush) y Chuck (Austin Zajur), quienes salen la noche de Halloween para buscar venganza contra el grupo de chicos rebeldes que tiene a Tommy Milner (Austin Abrams) como líder. Luego de un lío con Tommy, los tres amigos terminan en un autocinema, lugar en el que conocen a Ramón Morales (Michael Garza). 

Pero el verdadero problema llega cuando los tres amigos y Ramón van hasta una casa embrujada, donde muchos años atrás vivió Sarah Bellows, una chica que fue encerrada y torturada por su familia. Allí Stella se topa con un libro de relatos de horror de Sarah, el cual supuestamente escribía con sangre de niños muertos. Todo cambia cuando Stella se lleva el libro y pronto descubre que el libro es capaz de leer los miedos de sus amigos, escribiendo una historia para cada uno, de cuyo destino no podrán huir.

Historias de miedo para contar en la oscuridad nos trae de nuevo a un grupo de jóvenes como protagonistas, al igual que It o Stranger things, pero nos transporta a una época diferente como son los 60. La trama se adentra en un periodo donde el miedo a la guerra de Vietnam era inminente, donde existía el racismo y cuando la elección de Richard Nixon como presidente estaba próxima.

La cinta rescata la esencia de terror adolescente de los libros, de ese tipo de terror donde los relatos que pasan de generación en generación, de carácter de leyenda urbana y que se contaban en una reunión nocturna acostumbraban a compartirse. De ahí que transportarnos a épocas anteriores sea idónea para esta película. 

Para conformar una historia de poco más de hora y media se formó una original, pero se retoman varios cuentos de las novelas (en su mayoría del primer y tercer libro) como El dedo gordo del pie, ¿Para qué has venido?, Harold y La mancha roja, y se hace pequeñas menciones a algunos relatos como Canción de la carroza. Una canción que por cierto suena aterradora una vez entonada. Evidentemente, para la película se hicieron adecuaciones de los cuentos, pero respetando la idea original.

La increíble ambientación, el diseño de arte y, claro, los temibles monstruos como el espantapájaros Harold, the Jangly Man y los demás, que a la hora de hacer presencia llegan a erizar la piel, lograr un poco de miedo e incluso algunos sobresaltos, son lo mejor de la película.

Lo malo de esta producción es que quizá faltó agregar un poco más de historias de miedo. A lo largo del metraje llegan a presentarse momentos demasiados largos y que no generan mucha importancia en el espectador. En pantalla es evidente la tensión que Øvredal intenta generar, sobre todo en las escenas de susto, pero no toda la cinta sale bien librada de sus aparentes intenciones.

La mano de Guillermo del Toro se siente. Al inicio y al final de la historia se escucha la voz en off de la protagonista que dice cómo las historias son capaces de sanar, pero también de lastimar, un característica en los guiones de Del Toro, donde su protagonista es capaz de emitir un especie de reflexión. Asimismo, cuando se nos muestra un poco más de la familia Bellows podemos ver cómo los humanos podemos ser tan reprochables y que en palabras del mexicano las personas somos los verdaderos villanos.

En definitiva, Historias de miedo para contar en la oscuridad, lamentablemente, se quedó un tanto corta para todo el potencial que tenía entre sus manos, pues podría haber generado muchas más pesadillas. Øvredal es un buen director, pero su talento detrás de la cámara no bastaron para una historia que ya desde el guión se siente escueta por momentos y que debió ser más ágil, más aterradora y servirse con un poco más de humor negro. Si esto fuera un platillo de presentación, no sería reprobado, pero pasaría con baja calificación.

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